Un día raro

Hoy tengo uno de esos días en los que si no sujetas bien el alma con unos alfileres se escapa al pasado.

Se va hasta los días felices de mi infancia, hasta aquellas tardes de verano, aquellos amigos que se quedaron en tantas y tantas ciudades en las que viví, aquellas mañanas claras de primavera , aquellas sonrisas inocentes,los juegos, las ilusiones, todo lo que el tiempo y las preocupaciones de persona adulta se llevaron sin dejar más que un lejano recuerdo.Hoy veo aquella inocencia absoluta reflejada en la sonrisa tierna de mi hijo,veo aquella ilusión en su mirada, y pienso en lo que ha de venir, pienso que algún día vivirá todas las cosas que yo ya he vivido. A veces sufrirá y a veces será feliz en esta espiral de sensaciones que es la vida.

Espero transmitirle los mismos valores que nos inculcaron a nosotros mis padres, espero hacer de él una buena persona. De momento es un niño noble, educado y muy generoso. Todo esto me enorgullece porque él está por encima de todo lo demás ,es mi gran obra, y es maravillosa.
Él está ahí ,esperándome cuando llego de trabajar, sin reproches (aunque sea tarde) para contarme lo que ha hecho durante el día. Él está ahí cuando me ve triste para darme un beso y hacerme olvidar, él me enseña cada día a buscar la felicidad en las cosas pequeñas.

Él no me ve arrugas, ni celulitis, piensa que soy la madre más guapa y divertida de todas. Y yo pienso que soy la persona más afortunada del mundo por tenerlo a él.

Educar en soledad no es fácil, su padre lo ve los fines de semana y lo lleva al cole y participa activamente en su educación, pero el día a día es otra cosa, y lo estoy haciendo yo.

Me han felicitado muchas veces por muchos motivos; por mi trabajo, por mis pinturas, por muchas cosas que no tienen demasida importancia , que me hacen feliz,pero no son importantes. Lo único que hace que se forme un nudo en la garganta y se me humedezcan los ojos, es cuando alguien alaba la educación y la generosidad y la bondad de mi hijo.

Eres mi gran obra, la luz de mis mañanas, algún día buscarás cariño en otras personas, y a mí no me quedará más remedio que darte un empujoncito y dejarte marchar. Entonces, cuando haya terminado mi tarea, caminaré por la vida orgullosa de mi creación, y feliz si tú lo eres.


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