La protección solar.


Que todas las primaveras me pasa lo mismo, lo saben mi familia, mis amigos y hasta mi hijo de siete años, que todavía no he conseguido ni un sólo año evitarlo, es una evidencia, que este año en vez de taparme, lo voy a contar para que alguien me diga que hago mal, es una novedad y una temeridad, por mi parte, me arriesgo perder glamú, encanto, y esa especie de pose de misterio que me curro tanto.
Os cuento, no sé cómo lo hago, pero todos los veranos me quemo como a trozos, yo me pongo mi protección, empiezo con factor 50, pero siempre me dejo el filo de la parte de arriba del bikini, un manotazo en el tobillo, (se ven perfectamente los dedos, de por dónde sí he puesto potección y por dónde no), un parche en las rodillas, la espalda, (aquí son dos manotazos, claros).
Me pongo la protección en casa, antes de salir, y aún así simpre hay una parte que se queda expuesta, ¡menos mal que mido un metro y medio!, si fuera alta, tendría un problema grave.. Total, que un año más empiezo el verano tapada de arriba a abajo hasta que esto se pase y se quede sólo el recuerdo de la catetada, dicen que la piel tiene memoria, pues hay partes de mi cuerpo que deben guardarme un rencor infinito, porque se queman todos los años. Ni en mis peores pesadillas, yo era tan cateta, ¡que falta absoluta de glamú!, estas cosas no le pasan a la Lomana y esas, a ver si inventan una crema protectora que se ponga sola, y llegue a todos los rincones, que la gente pregunta y se me están acabando las excusas. Yo sé que no es para tanto, que en un par de día los parches rojos se van disimulando, pero mi conciencia y yo sabemos lo poco glamuroso que es quemarse a cachos.

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