Rita

Cuando Rita supo que iba a morir, decidió arreglar su mundo, pero no optó por ir a misa en sus tres últimos días, ni por creer con una fe que nunca tuvo y tampoco por rezar muchísimo por su alma.

Iba caminando un día por un centro comercial cuando se le acercó una gitana con una mata de romero y ella la rechazó, la gitana le soltó un par de maldiciones y le aseguró que moriría al siguiente martes.
- Si hombre, sí!!- contestó Rita.

Pero Rita tenía un amigo vidente que la llamó ese mismo día a esa misma hora para decirle lo que había visto, así que no tuvo más remedio que creer que se moría.

En sus últimos días, hizo lo que nunca se había atrevido a hacer: llamó a su amiga Cati y le dijo que hacía años que su marido se la estaba pegando con su hermana, llamó a sus compañeras del trabajo y les dijo varias lindenzas antes de renunciar al precario puesto de cajera de súper.
Fue al Centro de Estética para hacerse una limpieza de cutis, (la única había sido para casarse), se puso una permanente y esas mechas que nunca se había atrevido a llevar.
Se compró ropa nueva, un bolso que nunca se había podido permitir, un pañuelo de diseño unos zapatos atrevidísimos y decidió vivir.

Quería estar guapa en su última función, ese día en el que todos recordarían anécdotas divertidas suyas y suspirarían diciendo lo buena y guapa que era y lo injusta que era la vida o más bien la muerte.

Como siempre, su marido no se enteraba de nada, así que, no vio lo estupenda que se había puesto Rita para su último día en la tierra y tampoco notó el cambio de actitud.
Era tonto, lo había sido siempre y eso ya no tenía arreglo.

La mañana de su muerte, Rita salió a la calle más segura que nunca, feliz y tranquila.
Sus pasos resonaban firmes en la acera, su pelo ondeaba al viento y cuando miraba de reojo en los escaparates de las tiendas, veía a una mujer distinta: una mujer feliz.
Ahora que se iba a morir, se había convertido en la mujer perfecta que había querido ser.

Iba mirándose en un escaparate,  cuándo de repente un coche dio un frenazo y se metió en la acera, se oyeron gritos, un chirrido de neumáticos y  un golpe seco.
Se vió un precioso bolso de diseño volando por los aires y un pañuelo de Channel cayendo como a cámara lenta mientras que una maravillosa melena ondulada y rubia se esparcía en la acera.
Rita no vió nada más, no oyó nada más; todo era oscuridad y silencio.
- Así que estoy muerta...¿esto es morirse?, ¿no ver y no oír es morirse?, estoy muerta...

En la calle se oían sirenas, gente que comentaba lo que había pasado, policías, médicos, un ruido infernal , que ella ya no podía oír.

Rita estuvo muerta exactamente 45 segundos, ella notó como se moría, lo supo, pero alguien le dio otra oportunidad y abrió los ojos en medio de todo aquél caos.
Cambió de trabajo, de coche, de marido, de país y de nombre, ahora vive en ...bueno mejor no decimos dónde vive ni como se llama.
Rita ha cambiado una vida en la que estaba muerta, por una muerte en la que está y sigue viva

Comentarios

  1. Precioso relato Alicia, me ha encantado, la verdad es que estamos muertos, cuando no hacemos lo que realmente deseamos, por eso hay que vivir haciendo lo que sentimos verdaderamente. Un abrazo

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    1. Cualquier día puede ser el último, hay que decirle a los nuestros cuánto los amamos, romper con todo lo que no queremos, vivir, que esto tiene fecha de caducidad

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  2. Qué chula la historia! Además ha sido como ir viviendo toda la historia.
    Y es que hay que aprovechar cada momento aunque si es cierto que muchas veces hasta que no pasa algo grave no reaccionamos ni nos decidimos a dar el paso hacia el cambio.
    Felicidades, me ha gustado mucho.
    Saludos!

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  3. Preciosa historia ¿real? A veces se hace necesario un cambio en nuestras vidas, para poder seguir viviendo.
    Saludos

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