Blanco y negro


Las gotas de lluvia resbalaban perezosas por los enormes ventanales de la cocina, siempre quiso una casa con  mucha luz natural, porque la luz del sol es energía y porque alegra el alma.
El café se enfriaba junto al periódico de la mañana y el correo.
Hoy,  las mejores noticias, las más importantes estaban dentro de casa, dentro de ella, hoy no había prisas ni agobios, hoy no pensaba en la  gente que le había robado la energía, ni en quien a fuerza de mucho amor la dejaba arrinconada, ninguneada en su vida y no le daba, por más que ella esperara y esperara, su sitio.
Es muy difícil decirle al corazón lo que la mente sabe, tomar la decisión de acabar con todo,  porque el amor es otra cosa, el amor es dedicar  tiempo, es un salto al vacío, es un acto de fe, es compresión, es no esperar nada a cambio, es estar en todos los momentos, responder, escuchar, mirar en la misma dirección.
No, lo que estaba viviendo era algo  especial, pero un algo especial de "a ratitos" y eso, eso es un amor intermitente que alegra el corazón cuándo está, pero lo destroza cuando no está.
Levantó la mirada  y sonrió con la tranquilidad que da saber que la decisión está tomada, que por fin pondría un punto final a una historia de puntos suspensivos, interrogantes y silencios.
Nunca temió a la soledad, pero la idea de dejar de luchar sola por todo estaba tan cerca, que se aferró a ese concepto de amor mal entendido y peor llevado y sufrió.
Ahora ya no había marcha atrás,  era o  un todo maravilloso y lleno de sentimientos y planes para dos o un nada lleno de expectativas, pero se habían acabado las medias tintas, los juegos, los te quieros vacíos de amor, las esperas, los miedos.
Empezaba en el día más lluvioso y triste del otoño una nueva etapa, la etapa de quererse por encima de todo, la etapa de no dejar jamás que nadie la amara a medias, la de volver a disfrutar de su soledad y de sí misma.
En el amor no hay grises, no hay te quieros a medias, no se puede amar con la sombra de la incertidumbre planeando por ahí.
Fracasar no es estar sola, fracasar es estar compartiendo tu vida con alguien a quien no quieres o a  quien quieres sólo a medias, lo mejor es poner fin a todo y empezar de nuevo.
La verdadera valentía es saber desaparecer sin dejar huellas, sin dañar,  alejarse de las personas que no nos hacen felices y mirar hacia adelante, y eso es lo que acababa de hacer, romper con todo, para avanzar.
Por eso , y aunque en la calle diluviaba,  su corazón estaba tranquilo, la mente libre de pensamientos dolorosos y el alma limpia, abierta,  dispuesta a cobijar a quien buscara compañía.
Se dio una ducha, maquilló su mejor sonrisa y puso en marcha el corazón, era una gran día y pensaba disfrutarlo.
Caminó pisando fuerte, atrayendo miradas, repartiendo sonrisas, llenándose el alma de cariños y aprecios.

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