Yo nací en los setenta.

Y sigo viva, y sin traumas (al menos aparentemente, si me meto en la Caja de Luxe, lo mismo tengo más que Karmele).
Es toda un proeza, a pesar de no haber llevado puesto nunca el cinturón en el asiento de atrás, ni siquiera había, a pesar de viajar seis personas en un Citroen Palace, a pesar de ir en bicicleta sin protecciones y a pesar de beber agua en cualquier sitio. En aquellos tiempos se jugaba en la calle, y no siempre había un adulto vigilándonos, se compartían los patines, había un bicicleta BH ó GAC por familia, que pasaba de un hermano a otro, igual que los libros de texto. El " maestro" se permitía el lujo de arrearte un sopapo, y a tu padre no se le ocurría ir a pedirle explicaciones, es más, te castigaban, porque " algo habrás hecho". La merienda perfecta era un bocadillo de chocolate o de Pralín o de Tulipán , que el hombre del helicóptero decía que tenía muchas vitaminas (lo de vigilar el colesterol era ciencia ficción)
Creo que mis congéneres y yo, a pesar de las orejas de burro, de los castigos de cara a la pared, de haber ayudado en casa y de muchas cosas que hoy serían aberrantes, somos emocionalmente estables aunque viéramos como Afrodita lanzaba los ¡pechos fuera! (traumático para cualquier siliconada) todos los Domingos después de comer, y aunque el pobre Marco no encontrara a su santa madre (hay que ver lo que llorábamos con ese chiquillo).
Me parece muy bien lo de la pedagogía moderna, pero a este paso, no le vamos a poder regañar a los niños, ni cuando cometen un delito (los hay, desgraciadamente, cada vez más). Hay que salvaguardar los derechos del menor, esto está claro, pero no a cambio de vulnerar los de otras personas. Y con esto de que todo hay que negociarlo con nuestros hijos, los de mi generación, nos estamos convirtiendo en unos pringaos, sometidos a la figura de un padre autoritario y sepultados bajo el despotismo sin límites de nuestros hijos.
Si mi padre nos decía que a las nueve había que estar en casa, a menos diez estábamos abriendo la puerta, sin que se nos ocurriera ni por asomo protestar (eso era para los valientes), y aunque nuestros mayores (pensando seguramente que era lo mejor) limitaron y mucho nuestras libertades individuales, la felicidad estaba en un helado de nata o jugando en la calle al elástico o a la comba (que no era ni de Hello Kitty ni de las Princesas Disney).
No sabíamos lo que era una video consola, ni un teléfono móvil, (lo más parecido que conocíamos era el zapatófono del Super Agente 86), había un canal de televisón, cuando nos mandaban un trabajo en el cole, nos íbamos a la biblioteca y copiábamos un libro, (por lo general el primero que veíamos) y luego lo pasábamos a limpio en folios blancos poniendo debajo una plantilla de líneas horizontales que nos habíamos hecho nosotros mismos.
Cuando llovía jugábamos a Juegos Reunidos Geyper, y era divertidísimo, ir al cine era un premio, que te compraran un libro también, que te operaran de amigdalitis, una suerte, porque tenías una semana de helado (incluso en invierno) garantizada.
Somos la primera generación que vió Verano Azul y la última que jugó en la calle con unas deportivas Paredes (en el mejor de los casos), unos vaqueros Lois, y colonia Chispas. Fuimos un poco más libres, a pesar de las muchas prohibiciones, un poco más inocentes, un poco más respetuosos. Las limitaciones, nos enseñaron a valorar los que teníamos y a respetar lo que tenían los demás, fuimos niños felices en una España cambiante e inestable. Si nosotros logramos sobrevivir, las generaciones de infantes actuales y venideras, podrán hecerlo, sin traumas a la crisis.

Comentarios

  1. Yo sobreviví como la canción de Gloria Gaynor "I will survive" y aquí estamos, lo peor y lo mejor de haber en nacido en los 60 (Lo hice en el 63) fue haber vivido los 80 con la cabeza llena de pájaros, pero estaba claro que fueron los mios y eso nadie me lo va a quitar, La Movida... que me quiten lo bailado, en el 83 tenía 20 años que locura, aquellos viajes a Madrid, con una democracia cogida con "alfileres" con pocos medios pero con mucho ingenio, mi tupé, mis chapas, mi chupa de cuero y la música desde The Smiths a The Cure pasando por mis amados U2 y todos aquellos grupos españoles...

    Creo que me ido un poco de tu entrada, pero ahí quedó, un añorado saludo.

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  2. Y estamos vivos, Alicia. Figúrate yo que soy del final de la década de los cincuenta.
    Me ha gustado mucho tu entrada.
    Un abrazo y encantada de conocerte.

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