Parezco normal...

 

Vosotros me veis normal, pero tengo un grupo conmigo misma que se llama Enajenaciones de una majara, al que mando los audios (podcasts) que por vergüenza torera, esa que no todo el mundo tiene, no mando a quien me gustaría.

Otras veces me hago terapia yo misma a mi misma, me hago las preguntas que me haría una terapeuta y creo que salgo reforzada de la sesión (que yo me lo creo).

Hago  Listas de todo, y si digo de todo, es de todo.

Fui adicta al Respibien , es alucinante la capacidad de caer en las redes de adicciones absurdas que tengo.

Nunca he hecho una tortilla de patatas,  y no hay ninguna razón: en estos mis primeros 51 años de vida, no se ha dado el caso.

Nunca me he roto nada y no será que no he llevado papeletas para matarme.

No me gusta la fruta fría,  ni en verano.

No me gusta ver bolígrafos destapados.

Ni ver como alguien sacude el mantel en la ventana.

Me gusta que los cojines estén en punta y sin arrugas

Casi todo me parece una pérdida de tiempo y luego hago cosas como, ver vídeos  de señoras de Tijuana que hacen lunches.

No he terminado de comer y ya le estoy quitando el plato a los invitados (lo siento).

Se me pasan por la cabeza, cosas tan random como comprar una caja de esas de proteínas que no cabe en mi cocina, por si eso sustituye comidas (sé que no, pero hasta que no intente no me voy a quedar tranquila).

 Si por ejemplo, veo en Insta una falda, esa noche no duermo bien, porque ya no tengo ropa, ya mi vida se va a la mierda porque no tengo ESA falda, (esto es aplicable a maquillaje y productos de skin care).

Puede que, me veáis atenta a una conversación, pero es muy posible que en mi cabeza se esté repitiendo locamente la última expresión que he oído.

O lo mismo estoy sumando cifras a voleo.

O estoy pensando en la plancha que me espera.

Igual parezco normal, pero no os fiéis mucho.