El silencio necesario
Hace cinco años el tiempo se paró. Las calles dejaron de ser, por unos meses, un lugar caótico para ser un remanso de paz.
Este paréntesis de ruido, nos
permitió (a unos más que a otros) hacer una especie de introspectiva para
cambiar, arreglar, mejorar y sanar el alma (al margen del miedo que pasamos).
Fue ese silencio necesario para templar
los cariños verdaderos y para deshacer las energías negativas.
Cada día, hay un millón de razones para estar en guardia, pero también cada día, tenemos la oportunidad de detenernos y observar. Y cuando te paras, cuando dejas que hablen los demás, algunos comportamientos humanos te chirrían hasta levantarte el estómago y te reafirmas en tu elección de callar, porque más vale un silencio que mil palabras vacuas.
La maravillosa suerte de tener
una opinión para todo, sólo es
comparable a la no menos maravillosa dicha de tener una anécdota que contar
(sea cual sea el hecho).
Hay un tipo de persona que cuando no son el eje central de lo que se está hablando, hacen lo posible por serlo. Pase lo que pase, siempre tienen un "pues yo”, "pues a mí”, "pues mi sobrina", o alguna de las variantes yoístas del "los focos a mi persona", el caso es usar cualquier excusa para apuntalar la propia esencial personal.
Da igual que la conversación gire en torno a alguien que está gravemente enfermo, da igual, a esta persona le duele más, es la que más se ha disgustado y además conoce a alguien que una vez, en un universo paralelo, vivió una situación que no tiene nada que ver, pero que la va a contar porque sí y ya esta. Mientras ella habla de sí misma o de sus aledaños, una y otra vez, tu cara es un exponente del calentamiento global y sonries como la Panto (dientesdientes), porque lo de pegar a mano abierta, sigue siendo motivo de denuncia.
Tenemos dos vidas, la real y la que nos inventan (que suele ser más
emocionante), yo me quedo con la mía, la de andar por casa que es la que
conozco y controlo. Y me quedo con el silencio, con el mío, que para mal
brillar, prefiero apagarme solita.
Una reflexión muy tuya y muy respetable.
ResponderEliminarMe has hecho recordar a muchas personas que conozco, pero tan bien un poco a mí.
Tal vez deberíamos menos hablar y mucho mas escuchar.
Una entrada que me ha gustado mucho
Besos.
Bueno es cuestión de proponérselo, a veces yo también hablo de más.
EliminarYo añadiría alguna más, pero ninguna sería mejor que la mía, que a veces tampoco es real esta cosida de sueños, alas y mares, con espuma de loca.
ResponderEliminarY regresando a tu principio nunca estoy más enferma que nadie, jamás guiso mejor que otros, de ningún modo tengo algo mas o mayor que otros. Un abrazo
.....no sabemos escuchar..... BESICOS.
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