Una Antoñita muy fantástica.


Hace unas semanas fuí con, vamos a llamarle, Antoñita (por lo fantástica) a buscar una traje para una boda de la High Society , en Sevilla. El evento requería grandes dosis de glamour y de imaginación. Como la ocasión lo merecía, compramos el Hola, y nos fuimos a buscar el vestido que lucía la Preysler en portada.
La dependienta de la tienda, se deshizo en elogios hacía el vestido, (bonito era, desde luego). Nos hizo pasar a un probador de esos que incluyen sofá, como si fueras a llevar público para probarte un vestido, las luces del probador eran estupendas, yo no me veía ni arrugas...
Todo iba bien , hasta que la inocente dependienta, ignorante del huracán-Toñi, dijo: " Tendrás una talla 40-42, no?". En ese momento, vi como a Toñi, se le abrian las aletillas de la naríz, señal inequívoca de que la tormenta va a estallar. Antoñita, se mete en una talla 36, aunque ello suponga no respirar durante doce horas -" ya respiraré en casa, en pijama"- piensa ella, mientras se embute en la 36 ó en la 34, porque ella, que es muy fantástica se mete en la talla que le da la gana,- ¿o es que va a venir un fabricante de ropa a decirme la talla que tengo que comprar?-.
Finalmente, la tormenta no se desató, no hubo que invocar a Santa Bárbara, ni salir corriendo de la tienda,- porque, la de la tienda que piense lo que quiera, yo me meto en la 36, ¡porque lo digo yo!-.
Pues, esa y no otra, es la actitud: Estoy fantástica, porque soy fantástica, como diría Raphael, que no Rappel, "digan lo que digan los demás".

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