Las lluvias

Con estas primeras lluvias, vienen (esto lo he comentado ya muuuchas veces) las estridencias estilísticas propias de los cambios de estación. Como es bien sabido, en el sur eso del entretiempo no existe y de repente se  nos echa encima el invierno.
Con estas cosas del cambio climático, resulta que,  hace calor  pero está lloviendo.  Una lluvia finita, finita que parece que no, pero moja.
Y en esas estábamos el otro día, cuando bajé la basura, con una falda larga de verano (que mi madre odia a muerte, mamá tranquila ya la he tirao) y unas chanclas.
El cuadro era espectacular: el cielo casi negro, calor sofocante, y yo con mis chanclas, mi camiseta y la falda hippie que mi familia tanto odia...
En el edificio que vivo, al bajar la escalera,  (siempre a pie, si me quedo encerrada en el ascensor no me iban a echar de menos) hay una especie de patio de luces pequeño al que dan las ventanas de los pasillos comunes. Ahí fue el primer resbalón, me pisé la falda y resbalé con las chanclas de goma (si ,si, pa estar por casa uso chanclas, anti-glamú  total, lo sé).
  - Ains, anda que si me caigo aquí, y con estas pintas....!!
Sigo hacia la puerta: bajo techo hay una entrada grande de mármol, resbala en seco, o sea que en mojado es una pista de patinaje, y con chanclas ya, ni lo cuento. Empecé a patinar; me volví a pisar la puñetera falda (inconvenientes de medir metro y medio,  la talla única es para personas normales) un resbalón, otro resbalón, y otro.
Así que, terminé pegada a la pared con la falda remangá (como aquella que fue de Santurce a Bilbao, luciendo la pantorrilla) y dando pasitos cortos.
Conseguí llegar hasta la puerta y soltar la basura sin ningún otro incidente (dejando a un lado que a estas alturas ya estaba empapada).
Ahora tocaba volver a la entrada. De nuevo, iba andando muy despacito. Cuando resbalé,  primero se me fue el cuerpo para atrás y al intentar equilibrarlo, casi me dejo la caja de dientes en el mármol. Estuve un rato (eterno) espatarrá, con las manos apoyadas en el suelo y el culo en pompa (postura harto ridícula y complicada para mí, que nunca he conseguido tocarme los pies con los dedos sin doblar las rodillas).
Cada vez que intentaba moverme, me resbalaba un poco más,( y de paso me espatarraba más) hasta que, conseguí sentarme en el suelo y arrastrarme hasta el pomo de la puerta, avanzar por el patio de luces pegada a la pared y subir a casa. Creo que no me vio nadie, pero la duda me corroe y no me deja dormir. No he visto a ningún vecino sonreírme con malicia, o con lástima, así que, me inclino a pensar que nadie lo vio.
Llego a casa y le cuento a mi hijo mi mini aventura; levanta la cabeza de la nintendo, me mira muy serio y me dice:
-" ¿A quien se le ocurre bajar lloviendo a tirar la basura?, ¿no podías haber esperado a mañana? .

Resultado; dolor de espalda, ropa mojada, falda rota de pisarla (de hecho ya en la basura), nivel de glamur bajo mínimos, nivel de inteligencia , cuestionable gracias al comentario de mi hijo y orgullo por los suelos.

Comentarios

  1. Mal.
    La falda no se tira, se recorta hasta que alcanza un tamaño ínfimo.
    Así vamos, tirando cosas que aun sirven.

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  2. Hola Alicia! me hicistes reir mucho! Hermoso post , historias de vida <3 . Besos enormes desde Uruguay.

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  3. Muy original tu entrada y muy cierta.
    Te felicito por tu sentido del humor.
    Besos

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