Carta a mi hijo

Querido hijo:

Te escribo esta carta porque estás en esa edad rara en la que hablar o que te hablen de emociones, te incomoda. Siempre chasqueas la lengua y me sonríes, con esa sonrisa tan tuya de medio lao , te vas, y me quedo con ganas decirte que nunca he olvidado ese día que te vi por primera vez, que juré cuidarte siempre, que fuiste mi tabla de salvación cuando se me cayó la vida, que me bastaba mirar tus ojos para saber que nada importaba más que tú.
Empezamos juntos una nueva etapa,  en la que habrá,  seguro,  muchos desencuentros, en la que no me mirarás con admiración y  dejaré de ser tu ejemplo, para ser sólo mamá.
A ratos te desconozco: veo a un muchacho tímido, sabio, bueno y divertido, y no encuentro por más que busco,  el rastro del bebé que me miraba absorto con la frente  arrugada y el flequillo despeinado.
Otras veces, veo la mirada limpia y pura de mi pequeño en la cara de un hombrecito guapísimo, y me pregunto: ¿Qué será de ti?,  ¿Qué será de mí, cuando decidas volar?.
Estos años, he dedicado mis días, mis ilusiones, mis sueños y mis insomnios a tejer tu alas, a enseñarte a elegir, a luchar si algo es injusto, a agradecer las cosas sencillas, a pedir perdón, a perdonar, a asumir errores,  a celebrar victorias, a ayudar a quien lo necesita,  a ser una persona de bien; te he preparado para el camino con mi amor por tí como única bandera y contigo como mi única  patria.
A veces, me sorprendo a mí misma mirándote, sin saber en qué momento dejaste de ser un bebé para convertirte en la persona increíble que eres, cuándo dejaste de necesitarme, cuándo dejamos de comprar cuentos infantiles, cuándo te dejaron de gustar las películas de dibujos, cuándo empezaste a elegir tu ropa,  cuándo creciste. Es como si me hubiera quedado dormida a la hora de la siesta y al despertar me hubiera encontrado con este nuevo : “¿quién eres y qué has hecho con mi bebé? te pregunto siempre,  y siempre te ries,  me miras,  con el pelo despeinado y la frente arrugada,  ese gesto tuyo,  tan tierno, que me desarma, siempre,  y  me dices “he crecido, Alicia”.
Espero haber hecho bien las cosas, que sepas elegir, que lo que hagas, lo hagas con el corazón, que tengas presente, que siempre voy a festejar contigo la inmensa fortuna de estar vivos, que te quiero por encima de todo y de todos,  y que mi gran suerte ha sido ser tu madre.
Cuando caigas en la cuenta de que no soy perfecta, cuando veas multiplicados por mil mis defectos, cuando creas que soy un poco tonta y que no te entiendo, acuérdate de hubo un tiempo en el que fuimos uno, que haga lo que haga y diga lo que diga, siempre serás mi niño, que quien todo lo puede una vez, lo puede todo siempre, que nunca daré un paso en falso, que eres mi motor. Puede que, para ti, algún día,  yo ya no sea la mejor madre, pero nunca dejaré de amar cada cosa que dices y que haces, porque tú eres mi persona importante en el mundo.



Te quiero.

Comentarios

  1. Uff! me he emocionado, he visualizado su mirada al leerte y tu mano temblorosa pero con pulso firme. Es una carta preciosa. Felicidades a los dos porque se presume una pareja perfecta.

    ResponderEliminar
  2. Ay! Que has hecho que me emociene. Preciosa carta, en todo lo que dices me he visto reflejada con respecto a mis hijos y ahora con mi Manu que crece por momentos. Felicidades por ese amor de madre e hijo. Un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Veo en tu texto mucho amor pero también veo honestidad, sencillez, sinceridad, tolerancia y solidaridad (eso tan escaso en nuestros días)
    Después de leerlo espero que se haga bueno el refrán: De tal palo, tal astilla.

    ResponderEliminar
  4. Me derrito de amor, no se que haré cuando mis hijos tengan más años...
    hermosa carta... me encanta
    saludos

    ResponderEliminar
  5. Qué bonita carta. Me ha emocionado.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Comentando que no criticando.

Entradas populares