Flotar

Cerró los ojos. El sol se colaba a intervalos entre las ramas de los árboles, cuando la suave brisa las mecía y le cegaba. Era seguramente la primera vez, en su vida de adulto, que se tumbaba sobre la hierba a contemplar el cielo, y no sabía qué hacer. El viento traía el dulce perfume de las tardes de verano de su infancia, cuándo no existía la prisa, cuándo  podía pasar horas jugando en el patio, cuándo nada importaba, salvo la cabaña que construía en el jardín de sus abuelos cada verano y que nunca aguantaba la primera tormenta y sucumbía ante las lluvias estivales.
Oía a lo lejos el ladrido intermitente de un perro, y los gritos de júbilo de un grupo de niños. Ni siquiera sabía cómo había ido a parar a aquél paraje, lo último que podía recordar era que conducía (con prisas, siempre corriendo) hacía una reunión muy importante, hablaba por teléfono con su secretaria y atendía la voz metálica del GPS que le decía dónde debía torcer...
Y ahora estaba tumbado bajo un árbol, mirando el plácido cielo azul, tratando de adivinar formas en las nubes y recordando aquellos otros veranos. Alargó la mano y alcanzó una brizna de hierba que retorció entre los dedos y se llevó a los labios. El sabor fresco de la hierba le hizo sonrerir, sentía por primera vez en muchos años los músculos completamente relajados, no notaba las piernas, no tenía la mandíbula tensa; se sentía bien, no tenía la sensación (que le llevaba acompañando desde que empezó a trabajar para Rodrigo Pizarro, el magnate de la Publicidad) de llegar tarde a ningún sitio, de tener algo importante que hacer, sólo se sentía flotar y era, desde luego, muy agradable.
A ratos, le parecía estar en el pueblo de sus abuelos, tumbado sobre la hierba del prado, a ratos volvía a su despacho, a ratos veía aquél trozo de cielo azul. Le pareció oir una sirena, cerca, cada vez más cerca, gente que habla, mucho ruido;
-  Tráfico, varón, 40 años, posible traumatismo...
-  Abre una vía.., señor, señor, ¿me oye?, ¿cómo se llama...?, ¿siente las piernas?
Miró a su alrededor, tres personas, no,  cuatro personas, le hacían preguntas, le tocaban, le abrían una vía, le ponían una incómoda luz en los ojos.
 La ambulancia estaba parada con las luces encendidas junto a un amasijo de hierro color negro, ya no flotaba, ya no tenía esa placentera ilusión de absoluta relajación, de pronto recordaba lo que había pasado, se acabó el minuto de felicidad...sólo quería volver a flotar, volver a sentirse ligero, libre.....
- No entiendo nada...¿que pasa?
- Pasa, que nos hemos empeñado en arañar horas al día...eso pasa.





Comentarios

  1. Aveces cuando despertamos es demasiado tarde, no enseñaron a correr y no a flotar, he aquí la equivocación... un saludo.

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  2. Siempre hay tiempo para desacelerar, es proponerselo.
    Recuerdo un compañero de trabajo corrienod siempre, un dia dejo el trabajo.
    Con el tiempo me lo encuentro y me comento, gano menos Martha pero.....vivo mas feliz y ahora tengo tiempo para la familia y sabes?? nos arreglamos bien con las cuentas.

    Cariños

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  3. En el Dia Internacional de la Mujer, recibe mi abrazo, acompañando estos sentires para que mimen tu ser:

    En lo femenino la ilusión es realidad
    En lo femenino la gota de rocío es alimento
    En lo femenino el beso no es una casualidad
    (Frag: Jose Luis Padilla)

    Cariños

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