Primavera en la ciudad

Las siete de la mañana. Una luz especial se filtra por las rendijas de la persiana. Abro las ventanas, el sol entra a raudales (a pesar de la hora). Cantan los pajarillos, la casa se llena de una hermosa luz dorada,  sin matices grises.
La primavera en el sur tiene un color especial, un olor especial. Huele a la flor del naranjo, a aire limpio y puro, se nota el perfume áspero de las gitanillas en los balcones, el aroma dulzón  del incienso que se quema en algunas iglesias, un batiburrillo de olores y sensaciones que hacen que hierva la sangre y nos cambie el ánimo a todos.
Como siempre, la primavera ha llegado  sin avisar, de repente. Como siempre nos ha pillado el increíble azul del cielo por sorpresa y nos ha cegado la imponente luz del astro rey.
A ver si la nueva estación barre todo lo que ha dejado el triste y gris invierno, y nos quedamos sólo con la animosidad que da levantarse en un día como el de hoy.
En días como este, parece que, como decía Benedetti. " Se ve más bonito el invierno desde la primavera".

 
 







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