Sigo zen (creo)

Siempre he intentado sacar una enseñanza positiva de todo lo que vivo y he procurado disfrutar de cada una de los momentos de mi vida.
A eso se le llama ahora ser zen, así que resulta que he sido zen, o que he vivido siempre conforme a las enseñanzas de la meditación Mindfullness (y yo sin saberlo, como que siempre he sido yo mu adelantá).
Soy disfrutona. Me gusta la sensación de estar viva, y aunque durante la primera hora de un acontecimiento triste o inesperado soy más bien del tipo dramaqueen, cuando logro tranquilizar a la Dama de las camelias que habita en mis interiores, veo la vida de un color rosáceo bastante divertido.
Así que, a ratos vivo en una tragediagriegaqueparecenotenerfin y a ratos soy una locairresponsablementeoptimista, que a pesar de los pesares se mantiene en la absurda creencia de que todo pasa por algo.
Y algo muy bueno debe estar esperándome,  porque el mes de septiembre está siendo devastador, (y ya he pasado el momentomelodrama, lo juro).
Yo le pongo empeño a lo de estar zen, pero ¡manda narices la rentreé como está siendo!, que digo yo, que si son esas señales que le pedí al Universo, vale, que lo he captado, que ya me he enterado, capito , que me muevo de sitio y de todo, que lo he entendido ya, ¡dejadme deviví por favor! (que me ha quedado meridianamente claro).
Bueno,  pues eso, que sigo zen, (en el fondo pienso que mandar a la mierda me iba a desestresar más, que mantenerme en esta pose de recogotuhirientecomentarioylodejomarchar).
Voy a aprender, de una puñetera vez y para siempre,  quien sí, quien no y quien nunca.