El brazo de gitano

 No sabría decir en qué momento perdí el toque para la cocina. Yo cocinaba, y cocinaba, bien, veía en la tele  a un novatillo Karlos Arguiñano  y luego repetía las recetas en casa y salían bien, diría que casi para nota. 







De hecho y , dado que mi madre no es tampoco la mejor cocinera del mundo, (lo intenta y a fuerza de intentos, ha conseguido perfeccionar un par de platos) en las celebraciones y fiestas de guardar, caía sobre mis endebles  hombros la responsabilidad de preparar algo distinto (la innovación nunca ha sido el fuerte de la matriarca).

Hace no mucho tiempo, una amiga me recordaba que aún guarda recetas mías (escritas y creadas por servidora). 





Es alucinante,  y ahora voy como una perfecta flipada preguntando en los grupos de WhatsApp (ya me da igual de lo que sea el grupo) qué van a preparar para cenar o almorzar para copiar algo. Porque el dique de la imaginación culinaria se me ha secado entre platos de macarrones en sus tres variantes (mantequilla, bechamel, tomate) pizzas congeladas, y patatas fritas.
Pues eso, que en algún momento perdí la magia (o lo que sea), que debe andar con los calcetines que desaparecen en  la lavadora y los mandos que se esfuman  en los vórtices espaciales que hay en todos los sillones del universo.


Así que,  cuando mi peque me dice que ha probado un plato nuevo en casa del páter, lo llamo para pedirle la receta.
Una tarde de domingo llega el niño a casa y me dice:
-          -Alicia, (siempre por mi nombre), me han dado (observese el uso de la tercera persona del plural: es su   forma de referirse a la actual) brazo de gitano en casa de papi.
-          -Mmmm, si?. (cejas levantadas, aletillas de la nariz abiertas, se palpa la tensión), ¿y te ha gustado?
-          - Mucho, era muy esponjoso
-           -¿Y quien lo ha hecho?
-          - Lo han hecho con la thermomix
-          -Mu bien…

No han pasado ni tres días, cuando me busco una receta en er interné y me voy con mi listita de ingredientes al súper “a mí no me hace falta thermomix ni coño, verás el gypsy arm que le hago yo al niño, los cojones va a hacer esta algo y yo no”.
Llego a casa y le anuncio al niño que voy a cocinar, (aquí me mira entre incrédulo y divertido), y me pongo manos a la obra. 
Primer infortunio: el brazo de varillas no encaja bien en la batidora, no tengo tiempo de ponerme a intentar averiguar nada, saco pecho (y músculo) y me pongo a batir las claras , a punto de nieve,  a la antigua usanza (¿quién dijo miedo?).
Hago la mezcla con más o menos fortuna (no es tan fácil, coño): mi brazo (el de carne y hueso) está pa caerse (sospecho que se me ha muerto) , ensucio un montón de cacharros, recibo dos llamadas del trabajo y tengo harina hasta en el pelo, ¡un cuadro!
En la receta pone literalmente: Volcar la mezcla en una bandeja para horno.
Y aquí sufro una enajenación transitoria, una ida de olla, una irreparable pérdida de papeles, un momento de quedarme en blanco o yo que sé. El caso es que, me cojo la bandeja del horno, pongo un papel vegetal y echo el potingue ahí. Conforme voy viendo cómo se esparce todo por  la bandeja dejando una mísera capita, pienso: “mucho va a tener que subir esto y en la receta no ponía ná de levadura”.
Pero yo, más optimista que Kiko Rivera, que se considera a sí mismo artista, pensé que, o bien ese punto de nieve que me había dejao el brazo al borde de la amputación, o bien un golpe de suerte, o las dos cosas juntas,  harían subir el bizcocho.
Cuando toca sacarlo del horno, me encuentro una especie de lámina de bizcocho, y vuelvo a pensar, “ pues enrollar esto, va a ser difícil
Y en estas estoy cuando me llama mi madre,  le cuento mi aventura repostera, (le mando fotos al móvil) y  empieza a reírse como una loca:
-ja, ja, ja, jaaaa
-Po yo es que no le veo la gracia, la verdad, que no me siento el brazo, a ver si se me ha muerto o algo...
- ja, ja, ja, jaaaa, pero hija,  una bandeja para el horno, es una bandeja que sirva para meterla en el horno, no la bandeja del horno, tenías que haber usado una de esas de pirex con fondo, chiquilla, ¿qué ta pasaooo?
- Po nada mami, no me ha pasao, nada, que me he bloqueao, coño…manda cojones
Y ya entro en barrena riéndome como una colgada, a punto de que me salga  una hernia, con la cara llena de lágrimas mezcladas con harina y algo de rimel, ja, ja, ja, jaaaa, dios, qué torpe soooyyyyy!!!!!!!!!!!
Entra mi hijo, se entera de la movida y me dice:
- Alicia, te quiero por ser tú, no por lo que cocinas.
Hasta aquí mi experiencia respostera, pero volveré: el gypsy arm lo hago pormimaredemiarma porque ya es una cuestión de orgullo. 

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