Say yes...

Cada uno es adicto a lo que le da la gana. 
Conocí en Londres a un italiano que lo flipaba mucho oliendo ambientadores de mikado (no tengo explicación pa esto), le daba una risa floja, que le duraba hasta la siguiente inhalación y así toda la noche (en fin, el chico vivía en su mundo, un mundo que olía mu bien).





Pues yo me declaro adicta a los programas de Vestidos de novia: Say yes to the dress
Va de una tienda inmensa de vestidos de novias en Nueva York, en la que trabajan chicas muy monas, que nunca tienen un día de pelo feo y siempre van muy bien maquilladas, y tampoco se resfrían, ni nada.
El día empieza con una reunión en el salón en el que reciben a las futuribles.
La encargada, una señora  mayorcita, con peinado de señora y  muy arregladita, y el jefe de ventas (que lleva las cejas mejor depiladas que CR), les hablan a las chicas, de las madres mandonas,  de las amigas que buscan protagonismo, o de las novias que no saben lo que quieren  (básicamente les hacen como un cursillo exprés de  psicología aplicada a la figura de la novia). Lo mejor es que, oh, sorpresa!, justo ese día vienen novias tontas que no se han puesto nunca un vestido y  no saben lo que les gusta, madres ultra-mandonas y amigas que acaban por probarse todos los velos y  tiaras para tener un minuto de gloria.


Después de ver miles o tal vez millones de capítulos (puedo pasarme el día entero), he llegado a estas conclusiones:

A las americanas les gusta mucho el  modelo palabra de honor, y a la mayoría, dicho sea de paso, no parece importarles las lorzas que se les descuelgan por la espalda y se gustan y lloran.
Suelen querer incorporar al vestido un trozo de manta de la abuela, o cualquier frikada del estilo y luego lloran.
Cuanto más curvy sea la chica en cuestión, más ajustao quiere que sea el vestido, y se ve guapa y llora.
La media de novia americana tiene un presupuesto considerablemente alto para un vestido que van a usar un rato,,  aquí  flipo y lloro (mucho), en ¿qué cojones trabaja esta gente?.
Si la madre no llora, el vestido no se compra.
Cuando están indecisas, la asesora les pone un velo y de repente lloran todas: ese es el vestido.
Suelen dar mucha más importancia a la profesión del futuro marido que a la suya propia. Lloran cuando hablan de sus novios (no recuerdo haber llorado nunca, bueno si pienso en mis últimas citas, sí, pero eso otra clase de llanto).
Hay muchas chicas muy jóvenes que pretenden casarse, para disgusto de sus madres, con  las botas de cowboy puestas. En realidad, hay muchas chicas muy jóvenes que se casan (acojonante, aquí lloro yo, me quedo muerta, ¿no quieren vivir antes?)
Cuando dicen que odian el encaje, la asesora les planta un vestido de encajes, y les gusta , y lo compran y lloran porque han descubierto que les gusta algo que antes no les gustaba.
Casi todas quieren verse sexis y cuando se ven guapas, lloran.
Después de llorar, bailan.
La mayoría se han pasado unas ocho horas conduciendo para llegar a la tienda, ¿no venden vestidos en ningún otro sitio? , están muy cansadas y sensibles, y lloran.
Hacen ridiculeces como fabricar unos cartelitos con plumitas o brillitos, para puntuar los vestidos, y sus amis dan pataditas y aplauden, todo muy cuqui, y lloran, mucho, muchísimo.
Les da tiempo a contarles sus vidas a la asesoras, y todas lloran.
Llevan a elegir el vestido a las vecinas, a gente del trabajo y a la familia y al final  aquello parece una verbena y todo el mundo llora.
Cuando la dos mil personas que están en el sofá sentadas (que han ido para opinar, porque pa eso las han llevado), opinan, la novia se bloquea porque nadie la entiende, y llora.

En fin, que cada uno se martiriza con lo que puede,



Comentarios

  1. No soy preguntona pero no me he podido resistir ¿eso te lo has inventado o lo ves en Londres?

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    Respuestas
    1. Antes en Divinity, ahora en Dkiss, me chifla!!!!!!!

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    2. Eso son canales de tele, se que los tengo, por lo menos el primero pero no suelo encender el televisor, apagado no es tan feo.

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