El fin de curso y la pérdida de papeles de las supermadres.

Hace ya algunos años que el adolescente no va a las fiestas de fin de curso. De hecho, ni siquiera sé si  no va porque no le viene en gana, o porque alguna persona coherente,  ha pensado que,  ya con esas edades, queda pelín absurdo ponerlos a cantar (y/o bailar).





La primera vez  que mi hijo tuvo que subirse a un escenario (en la guardería), se escondió detrás del niño de delante. El crío, (el otro)  entregadísimo, dándolo todo, que parecía que se le iba a salir la cabeza,  y el mío, mi vástago, carne de mi carne y sangre de mi sangre, no hizo ni el intento de mover aunque fuera una mano,  o un poquito de play-back, nada . El niño se quedó inmóvil mirando a ningún sitio,  y pasando bastante de la entrega desmedida del artistazo que tenía delante.
No le dije nada,  pensé que,  simplemente,  era tímido o que fiel a su modo de establecer comunicación con el mundo, pasaba de intentarlo en plan estonovaconmigo.


El primer año de infantil,  (me lo vistieron de mamarracho) y el niño hizo lo mismo que el anterior: se escondió y no movió ni una pestaña. A mí  esto, ya me escamó un poco, a ver si el niño iba a tener un problema de miedo escénico y mi esperanza de hacer carrera artística de él, se iba al garete. Así que, para salir de dudas y con toda la delicadeza que el tema requería, le dije:
   - Wichi, ¿no te sabías la canción?
   - Sí me la sé, la hemos ensayado muchas veces.
   - Pero no has cantado…
   - No.
   - ¿Por qué?, ¿no te gustaba?
   -  No
   -  Bueno, no era el super hit del verano, pero tampoco estaba tan mal.
   - Yo vengo al cole a aprender a leer y escribir, no a bailar.
¡Tres años tenía el niño!, ya os podéis imaginar cómo me quedé, ¡muda!,



no he vuelto a preguntarle porque no se interesa por las fiestas en general  y la de fin de curso en particular.

El segundo año de infantil, y esto lo tengo que contar, unas madres iluminadas, junto a la peor profesora de infantil del colegio, (podría escribir un libro con la escasa vocación de la prenda esta) perpetraron, seguramente, la que  quedará grabada en los anales de la historia, como la más patética de todos los tiempos. Como dato,  os cuento que a mi hijo, que tiene gafas desde los tres años, le hicieron quitárselas (se sentía inseguro en el escenario porque no veía bien), para que fuera vestido de bebé,  y a  los compañeros que no llevaban gafas, les pusieron monturas sin cristales, para que fueran vestidos de padres.

 ¿Perdona?


















¿sois tontas o le dais pellizcos a los cristales?











                                                                             

Aquí fue donde decidí  que o cometía un asesinato múltiple,  o me vengaba preparando mi candidatura a madre delegada (lo que no sabía era que el cargo para mi iba a ser  vitalicio) y cortaba de raíz las pérdidas de tiempo, disfraces imposibles,  bailecitos absurdos y tonterías varias, .








Parafraseando a la ilustre y siempre acertada Mónica Naranjo: “no maté a nadie, Aitana, no maté a nadie”,  aunque ganas me quedaron, (y me duran), por muy zen que pretenda ser.






En todo caso, pienso que esto de las fiestas de fin de curso, (como casi todo) se no está yendo de las manos y encima,  ahora se han instaurado el sábado por la mañana, que esto es demencial, un sábado, por favor, que es el día de poner lavadoras.


He visto madres delegadas estresadas, buscando información por internet para  hacer el atuendo más original y currado. Se pasan desde semana santa preparando la actuación y están convencidas de que optan a una especie de premio a la dedicación.
Ellas, abnegadas buscadoras del halago facilón, son las que lo idean todo: la ropa, la canción, la coreo y hasta el segundo exacto en que deben recibir la ovación del público (reverencias incluidas).
Se ocultan información entre ellas, que parece que están guardando un secreto de estado, y les prohíben a los niños contar de qué va su baile, para que brillen más (o mejor dicho para que haya un comentario tipo “¡como se lo han currado las madres delegadas!”), evitan las filtraciones,  como si estuvieran resguardando la exclusiva de la boda de la esteban,  y se respira cierto ambiente de competitividad (de la chunga),  en los días previos al gran debut ( y es que en el fondo ellas quieren ser las grandes protagonistas de algo, aunque sea un bailecito).

En fin, que en su febril locura por hacer una actuación digna de un grammy, ponen a los niños a ensayar como si se jugaran un puñetero pase de oro,  de un programa de esos de talentos varios, una puta locura.







Lejos quedaron aquellas fiestecitas de mis tiempos, en las que hacíamos un baile improvisao, o en el mejor de los casos, un sainete de los hermanos Alvarez  Quintero,  no iban los padres a vernos,  y a lo más que aspirábamos, era a mojar unas patatas fritas en un refresco de cola (porque la cola estaba un poquito prohibida).






No eran tan bonitas, no estaban tan cuidadas, no había tómbolas (bueno la de Marisol), ni castillos hinchables y  las madres no se estresaban, porque las actuaciones eran sólo nuestras, pero sin duda,  éramos felices (y nuestros progenitores también).


Comentarios

  1. Menos mal que yo no he vivido eso... Hubiera dado mucho de qué hablar ya que empezando por que paso de los grupos de WhatsApp de los padres, a partir de ahí... Lo sé, soy la rara, o la más coherente... Quién sabe dónde está el límite.

    Me ha encantado tu relato y ... Comprendo a tu hijo... No es una oveja del rebaño y adoro a los que tienen su propia personalidad, olé por Ellos, aunque se les tache de "raro"

    Mil besitos con cariño y feliz día ❤️

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    1. Yo también huyo de los grupos de whatsapp de padres, es una locura...

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  2. La verdad es que produce estrés nada más que de oirlo...

    Besos.

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  3. Yo hablo por los peques, se lo pasan bien ensayando los bailes , luego tienen exhibiciones de judo, rítmica y esas cosas. Seguro que dentro de nada tendremos esos inconvenientes que dices.

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  4. Es cierto. Se complican la vida sin necesidad. Un beso

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  5. Totalmente de acuerdo, esto se nos va de las manos.
    Está dejando de ser una fiesta de los niños a ser una exhibición de a ver qué madre puede más.
    Besos.

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  6. El mundo al revés, ¡pobres criaturas!

    Besines utópicos, Irma.-

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  7. Me salve de los grupos de Whatsapp de padres , aún no había WhatsApp 😃.
    Un abrazo!

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    1. Pues te has librado de uno de los peores males de la humanidad: el grupo de madres

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  8. A veces perdemos la perspectiva, lo importante es que los peques se diviertan. Los grupos de wassap son u. Sufrimiento,ciertamente

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  9. Hoy hay un exceso de proteccionismo de los padres hacia los hijos, demasiada tutela. Asisten a sus competiciones y juegos. Y a veces hasta meten la pata implicándose en asuntos que son solo de críos, llegando incluso a pelearse con otros padres, dando un espectáculo lamentable. Es importante que los hijos vayan descubriendo el mundo por sí mismos y que se equivoquen, que no pasa nada. De los errores se aprende. De niño yo disfrutaba mucho de los juegos, precisamente porque no estaba allí mi madre vigilando que no pasara nada. Otros tiempos.
    Un saludo.

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  10. Hola. Me has hecho reír mucho. Aunque yo en los actos escolares, hacia lo que me mandaban. Cantaba, actuaba, tocaba la flauta. Y siempre lo he disfrutado.
    Es cierto que cada niño es como es, y tu niño tiene razón.
    Me quedo por aquí.
    Saludos 🌞

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