Diez mandamientos que intento tener presentes (y claros)

 

Intento liberarme de la culpa, porque es un asco. Pero en fin, ha sido muchos años de educación basada en la misma,  y no es fácil borrarse algo que está impreso en nuestro ADN. 

No a hacer algo por obligación, si un libro no me atrapa, por muy laureado que sea el autor y muy buena que sea la crítica, lo dejo, ya encontraré otro que me haga feliz, aunque no sea cool marcarse un comentario de texto sobre ese en una cena.

El tiempo pasa y no vuelve, se pierde, no hay más, el tiempo no cura, cura lo que haces con él, dejar que el tiempo pase para sanar,  no es una opción, sanan las ganas, la fuerza, el poderío que le eches a la vida.

A veces hay que tomarse vacaciones de la gente (y hasta de una misma), y eso no significa que los quieras menos, es que a veces hay que pulsar el pause, porque no puedes asumir la demandas ajenas, desatendiendo las propias, no es egoísmo, es autoestima.

Criar es fácil, educar es difícil y requiere grandes dosis de generosidad y de renuncia. No todos estamos capacitados.

Apagar el ruido mental es muy importante, tanto como alejarse del ruido exterior, ese que te da dolor de cabeza. La paz empieza en silencio, con lo bonito que es ¿por qué hablamos tan fuerte?, ¿ por qué no sabemos moderar la voz y el tonito?.

A la gente que brilla, hay que tenerla siempre cerca, el brillo se contagia, mucho, como la alegría y como el Covid.

Ser una borde igual no te da muchos amigos, pero te evita compromisos innecesarios y marrones varios.

Reírse de tonterías no es de tontos, el postureo de la felicidad impostada, sí.

El triunfo no es cuestión de suerte, sino de ovarios, de ganas, de TRABAJO.