El No necesario

 



“Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición
.”

-Steve Jobs-


 

  



No, decir que no, no siempre es tan fácil. A veces las personas te ponen en situaciones en las que, simplemente, no tienes escapatoria (salvo que seas maléfica y te dé todo igual).

Pensar que tú jamás pondrías a nadie en este o aquél compromiso, sólo te lleva a decepcionarte a ti mismo. No, claro, tú jamás lo harías, pero hay gente que sí que lo haría, lo hace, de hecho, lo acaba de hacer. Te ha hecho cuatro preguntas directas, te ha sacado la información que necesitaba y te endosado un compromiso, del que ya no sabes salir. Porque,  aquello que una vez hiciste por voluntad propia, porque te salió del corazón y porque pensaste más en la otra persona que en ti, es hoy una obligación (y de las gordas).

Crees que eres una especie de ser de luz y vas por ahí respondiendo que sí a favores que en el fondo te tocan la moral, porque claro, la gente no se las piensa y el día que no puedes hacer el favorcito, no tienen ningún reparo en dejarlo caer, así como el que no quiere la cosa, con la sonrisa torcida, como si nada, como si no te acabaran de lanzar la mortal patada en la yugular que  termina con tu mierda de buenismo.

Ser un ser de luz no es tener pocas luces, no es luz verde para aprovecharse y subrayo y lo pongo en  negrita, para servirse, para lucrarse, para ser Andrés, el del interés.



Y un día, algo se enciende en tu interior, porque además de estar intentando evitarle a alguien una situación que le va hacer daño, tiene la poca vergüenza de cantarte, no ya las cuarenta, sino la cincuenta (y no, no son las sombras del Grey ese) y te ves envuelta en una espiral de “obligaciones” y de responsabilidades que en algún momento se convirtieron en tuyas. No entiendes como ha pasado, como narices has llegado a ese punto en el que haces más por los demás que por ti misma, y como no sabes, o por las circunstancias, no puedes decir no,  por miedo a resultar grosera, buscas consuelo y comprensión en el prójimo.


El mismo prójimo que, conociendo tu debilidad, hoy te va a aconsejar que digas NO, pero que mañana terminará por aprovechar y sacar rédito de lo que ya conoce de ti (básicamente que eres tonta).



¿Si yo no haría jamás esto, por qué esta persona me lo hace? Pues resumiendo mucho, porque nadie es igual que tú, y esa es la magia de cada uno de nosotros.

Somos lo que nos inoculan en casa, somos lo que hemos visto, lo que nos han grabado a fuego, en la infancia, cuando somos tiernas esponjitas: la competitividad mal entendida, el miedo a decir que no, por no ser mal educada, el comportarse como quieres que se comporten contigo, y el desasosiego que produce saber que puedes hacer daño a terceras personas.

Y no, no culpo a mi familia de mi falta de valentía para que me la sude todo, la culpa es mía, por no ser más contundente, por mostrar amabilidad en los entornos castrantes en los que sé que me van a exprimir.




 Nos encanta lo conocido, nos escudamos en el soy así, pero lo conocido, a veces, es una mierda, soy así, pero en el fondo, no quiero, porque aunque parezca tonta, no lo soy, porque por prudencia y la mierda de educación judeo cristiana, que me obliga a tender manos (de hecho el brazo hasta el hombro),  vivo en conflicto, soy así y no quiero ser así.

¿Se confunden educación y buenrrollismo? Pues lamentablemente sí, y hay gente muy viva que sabe conseguir lo que quiere de las personas que no queremos hacer daño, el chantaje emocional, la penita, la carita descolgá, el qué mala suerte tengo siempre y miles de estratagemas que la gente parece conocer muy bien para obtener beneficio: el suyo. Y ahí está la tonta de turno, haciendo algo que en realidad, no le apetece hacer, porque no quiere perjudicar a nadie, porque un favor, no se le niega a nadie, porque ya el Universo me compensará (¡los cojones, me va a compensar!)




A veces me siento en la caverna de Platón ¿qué me estoy perdiendo?, ¿qué mundo de relajadas posibilidades se me está escapando?, un mundo en el que no tienes miedo de decir que estás en el supermercado,  porque a nadie se le va a ocurrir encargarte medio pasillo, un mundo en el que abres las ventanas de tu vida, sin miedo a intromisiones ajenas, un mundo en el que, en definitiva, nadie se aprovecha de nadie, porque para pedir favores, también hay que saber hacerlos

La valentía de decir que no, la enorme satisfacción del Chao pescao, adisioto, hasta luego mari Carmen (eso quiero).



Comentarios

  1. Ya me cansé de los "arovechadicos" y como ya no sacan nada de mí.... pues que se han olvidado de mí, vamos que me han dado puerta..... lo que ellos no saben es que me parece estupendo, que cada uno se pague sus vicios....... BESICOS.

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    1. Totalmente, qué facilidad para soltar marrones y para luego echarte en cara el día que no lo pudiste hacer...

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  2. Una vez dices «No» ya no hay vuelta atrás. Cuando descubres la liberación de pensar en ti te importa una mierda lo(s) demás.

    Besos.

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    1. Pero mientras..cuando ya has dicho que sí, porque te han puesto contra las cuerdas, es muy difiícil cerrar el grifo del buenismo

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  3. Me constaba un montón, me daba pena decir que no, pero una vez lo haces empiezas a darte cuenta que esta bien y no hay nada de malo en ello

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