Paisaje urbano

Siete de la mañana. Suena el despertador; por la ventana entra una luz distinta a la de estas semanas pasadas, hoy es como grisácea, hoy el día empieza un poco después.
Me tomo un café, paso por la ducha, preparo la mochila de Álvaro, 3ª de Primaria, se ma he hecho mayor de repente...¿en qué momento dejé de hacerle tanta falta?.
Lo despierto. Hoy es el primer día de cole después de un verano divertido, pero interminable. Ayer estaba nervioso, se va corriendo a la cocina, desayunamos y bajamos a la calle.
El paisaje ha cambiado por completo desde el viernes, son las ocho y media y las madres y los niños, se apresuran a las paradas de autobuses, a los coches, a los colegios. De repente la calle se ha llenado de gente, de repente se respira un aire limpio y fresco, de repente la rutina se ha vuelto a instalar entre nosotros. Las madres suspiran aliviadas, los niños corren felices al encuentro con sus amigos, se respira la tranquilidad de saber que por fin , los días y las noches toman un rumbo normal y fijo.
Estos días de finales de verano marcan, no sé como una especie de nuevo comienzo, invitan a reflexionar, a agradecer que por fin volvemos al sitio que nos corresponde.
A mi me apetece salir a  comprar unos  lápices, forrar libros, (me encanta el olor de los libros nuevos), comprarme una mochi nueva y volver al cole, dónde todo parece tan fácil desde la distancia...
                                                                                                                        

Comentarios

  1. Qué tiempos aquellos, también yo los recuerdo con nostalgia, esa emoción del primer día de cole, del reencuentro con profes y amigos. Estrenar estuche, zapatos, jejeje

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