Reuniones de empresa, comida con amigos, cena con la suegri, o copas en cualquier garito, da igual, el brilli en diciembre es como el turrón ese que vuelve a casa: cansinamente imprescindible.
Que para las que no lo sepan, se puede ir glamoruosa y elegante, sin nada de brillo, o con un detallito de unos cristalitos, pero de verdad, (de verdad, por la Virgen de la capa de leopardo) que no hace falta vestirse de arriba a abajo de dorado, plateado o cualquier metalizado, en serio.

Este mes es infernal, (todo él en su conjunto), no hay necesidad de quemarnos las retinas a los demás, disfrazándose de polvorón o bombón.
Que yo, como dice mi madre, no critico, eh?, sólo comento, de manera constructiva y por el bien de la humanidad.
La noche del 24 terminé en un pub oscuro y tétrico de los de salir corriendo y había una especie de burbuja de Freixenet, bueno no, esta se quedaba en burbuja de marca mercadona, que de verdad, lo digo muy en serio, me hipnotizó, no pude dejar de mirarla.
Toda ella era un cuadro: minivestido de lamé con lentejuelas de esos de escote asimétrico (vamos, lo que viene siendo un brazo tapao y el otro luciendo pellejazo), extensiones tipo Belén Esteban, bolso y chal de lamé,(del corte chino) medias de color carne, pero de las que producen el efecto óptico de pierna columnadórica, (aunque a juzgar por el tamaño de las posaderas, lo mismo no era un efecto...) zapatos, negros, cerrados, de ante, gafotas negras..un cuadro, pero un cuadro.

Entra la rubia dorada y un macho alfa que no sacaba las manos de los bolsillos, y se limitaba a mover el paquete al compás de Enrique Iglesias, pasé un rato con la mandíbula desencajá..
Ya queda menos, para que se termine este infierno estilístico, queda, desde luego, el peor día del año en lo que a decoro y discrección se refiere,
Apretaré los dientes y cerraré los ojos, "ya queda menos, ya queda menos", me diré a mi misma como un mantra...