Batiburrillos

Hay quien opina que soy una montaña rusa de emociones y no le falta razón, voy y vengo a la velocidad de la luz.
Estoy arriba y medio minuto después en las profundidades del averno.
De repente quiero algo y de repente no, de repente me río, de repente lloro, pero bueno, supongo que forma parte de la esencia de mi persona y de mis muchas contradicciones.
Si tengo algo que decir, lo digo, pero me cuesta mucho confesar mis sentimientos si eso me hace parecer vulnerable, supongo que por eso vivo en un "si, pero no", como Bisbal (por cierto pa matarlo con barba).
Me da por negar lo evidente porque me avergüenza profundamente ser tan caprichosa y es que las personas y las cosas pierden mucho brillo cuando ya no están tan lejanas.
Os pongo un ejemplo de lo absurda que puedo llegar a ser:


"Podía tener unos 20 años, había un chico muy paradito que se empeñó en salir conmigo. 
Era amigo de unos amigos, así que me daba pena mandarlo al carajo directamente (que es lo que hubiera hecho de no ser conocido). 
El muchacho ante mi falta de atenciones y de respuesta clara, me esperaba tooodos los días en la puerta de casa y hacíamos el camino a clase juntos.
A mi se me llevaban los demonios cada vez que bajaba y lo veía con la cara de pánfilo esperándome.
Cuando llegaba a clase, le decía a mis amigas "aquí vengo con el adosao".
El bueno del chiquillo acabó por cansarse y a las tres semanas de silente acompañamiento, un día no estaba.

Bueno, pues no os podéis imaginar el rebote que me pillé, que llegué a clase, echando espumarajos por la boca " ¡hay que joderse, lo pronto que se le ha pasao el amor a este, coño!", y mis amigas se partían de la risa porque sabían y saben lo flipada que puedo llegar  a estar. 
Pobre Juanito, lo llegué a meter en un grupo de trabajo, porque me convenía..."


Pues así soy,  y me temo que desde entonces, no he evolucionado mucho emocionalmente, sigo sin saber lo que quiero y si lo quiero, y si alguien me descubre en un renuncio, seguramente negaré hasta la muerte lo que haga falta.
En esas andamos, en recomponer un poco la compostura, pelín perdida últimamente y en aclarar lo que quiero o lo que no..que lío, ¿no?.
Estoy por irme a un convento de clausura, sin móvil ni ná, a ver si dedicándome a la vida contemplativa me aclaro un poco. Lo que pasa es que los uniformes además de feos, pican y no me voy a poder concentrar ni meditar ni nada.





Mientras me hacen el hábito en una telita que no raspe, me voy a dar un paseo por un arroyo, que es lo que pega para estas calores de la muerte.




Y me llevo a los monjes del monasterio de Silos, pa ir haciendo oído..







  





  

Comentarios

  1. Todos somos un poco contradictorios. Ahora tienen hábitos de verano que no pican. :) un beso.

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  2. Pues chica eres todo lo contrario que yo, que siempre lo tengo todo clarísimo y sin dudas.

    Mi consejo es que no te vayas a un convento.

    Oye, ¿pero tú no te marchabas a un convento de clausura?, ¿Qué haces aquí todavía?

    Me digo yo pa mis adentros interiores ¿qué hago yo dándote un consejo?, si a mí no me gusta dar consejos a nadie, ¿o si me gusta?, hay me parece que me estoy liando un poco, yo que sé, me duele la cabeza, voy a tomarme un trankimazin, o dos.

    Salud, Alicia.

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  3. ¿Tu te quieres? Pues adelante, vive subiendo y bajando no hay nada malo en ello. Abrazos

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  4. Todos dudamos, pero....hay que seguir adelante !

    Saludos

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