Orhan Pamuk


Esta semana está siendo agotadora, por muchas razones, por miles de cosas que me rondan por la cabeza y por responsabilidades que no puedo eludir, de ninguna manera.










Así que, pasado el ecuador, y cerca de el  fin de semana, para el que tengo planeado, básicamente, dormir como si no hubiera un mañana, aunque tenga que tomarme un par de pastillitas milagrosas, he pensado que no estaría mal, hoy, que el frío arrecia en los huesos y cala hasta el alma que me toca perderme.



Y lo hago con Orhan Pamuk porque ha sido perseguido y  atacado por su forma de escribir, porque su obra es una mezcla de verdades, porque sus raíces no le han impedido radiografiar a su Estambul  natal sin ambages.




Me iría con Orhan a El Café de Pierre Loti, un emplazamiento mágico en las colinas del barrio de Eyüp en Estambul, un pintoresco lugar desde cuyas terrazas se puede contemplar unas impresionantes vistas sobre el Bósforo y los barrios de la ciudad.

Accederíamos en teleférico, para poder contemplar la urbe, mientras le pido que me cuente, por qué dejó la arquitectura para escribir, cómo consigue transmitir tantas emociones en una historia, como logra tratar temas como tan controvertidos como los problemas sociales actuales,  el enfrentamiento entre Oriente y Occidente, entre musulmanes y cristianos, la defensa de los derechos humanos  y la cuestión del terrorismo,  sin dejarse llevar por el impulso facilón del revanchismo.








Pamuk tiene una apariencia bondadosa y tranquila, lo que entiendo que lo hace un compañero de viaje inmejorable, ¿por qué no pasear con él por las calles de Estambul cuando la caída de la noche  la convierte en una ciudad fantasma?


















Visitar las mezquitas, los baños, pasear y regatear en el Bazar, tomar un té sentados en cómodos cojines tapizados con alfombras, hablar de las realidades sociales de Oriente y Occidente, de los problemas que experimenta el ser humano en la búsqueda de una identidad, serían actividades obligatorias en un Estambul de contrastes, con un algo de magia y de calma inigualables.


Pues si no contesto al móvil, ni me veis por ninguna red social o por la ofi, o en el cole, es que me he ido con el Nobel de literatura. 
Un poco de conversación culta de vez en cuando no viene nada mal,  y de verdad, que me hace falta un poco de sensibilidad, de estímulo intelectual, paz, que estoy hasta el pelo de cazurros.



¡Feliz  Jueves!

Comentarios

  1. Me has animado a leer su obra "Una sensación extraña", quizás te acompañe en este fin de semana, aunque pensándolo bien... tres son multitud, lo dejaré para más adelante, para disfrutar a solas de su literatura y se su sonrisa encantadora.

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  2. Toda una experiencia literaria...

    Saludos

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  3. Me encantaria poder hablar sobre su obra con el, charlar de como y porque, se me olvidaría el tiempo. Un abrazo

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  4. Admiro a las personas con ese nivel intelectual que les acerca a los Nobel literarios, a ese desea de compañía para la charla especulativa, filosófica y culta. Sobre todo cuando mi mayor ambición sería estar acompañado de Scarlett Johansson en Les Deux Magots parisino, pongo por caso. Es lo que tenemos la gente vulgar.
    Besazo, Alicia, y saludos al señor Pamuk, ese museo de la inocencia tan lejos de mí.

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