La felicidad no cuesta nada.
Un paseo por el campo.
Un tupper de lentejas de mi madre.
Un amigo que se cuela por casa con una bandeja de
pastelitos.
Una palmera de chocolate.
Los pajaritos cantando en mi ventana.
Un amanecer.
Una tarde junto al mar.
Ese mensaje de buenos días.
Esa sonrisa.
Esa mirada.
Un cumplido de alguien que no suele hacerlos.
Las risas con los compis.
La bendita indolencia de los 20 años.
Ositos de gominola.
Ese abrazo.
El brillo de la luna.
El verano.
El otoño.
El invierno.
La primavera.
El sur.
El norte.
Las manos que ayudan.
El olor de un libro nuevo.
Un personaje cualquiera de una novela cualquiera.
Sonreír por la calle.
Las mariposas.
Esa llamada.
Los encuentros.
Los versos, y los besos.
Saber que te esperan, un lugar dónde volver.
El calorcito que desprenden los bebés, su risa.
Las ganas de bailar.
Mirar y ver que todo está dónde debe estar.
La esperanza.
Una ilusión.
Perseguir a mi hijo por el pasillo para robarle un abrazo.
Que por fin nos guste a los dos una canción.
Su risa, incomporable.
Su mirada, infinita.
Mis amigos, mis amigas.
La gente que se ha ido.
Los que están llegando.
Un vaso de agua fresca, guardar un secreto, un masaje espontáneo, una llamada de teléfono.... Y tantas cosas. Gracias por esta entrada.
ResponderEliminarEsos pequeños y grandes detalles que la mayoría de las veces no les prestamos atención...
ResponderEliminarsaludos