Homeopatía mensajil

No es que pretenda yo saber la vida de nadie, ni tampoco tengo intención de mantener conversaciones de tal profundidad que me den dolor de cabeza.
Lo único que pido es fluidez: mantener una conversación ágil e interesante, de personas adultas con intención de comunicarse, lo normal, vamos.

Que no estoy pidéndole a nadie que atraviese Narnia, o la Tierra media, o se plante en Mordor pa traerme un anillo o pa tener algo que contar,  pido palabras, vocablos, locuciones, pido comunicación.

Vamos, que digo yo, que debe haber un término medio entre hablar de “La metamorfosis” de Kafka y las conversaciones de ascensor.



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A mí, esta homeopatía mensajil, este placebo emocional,  en el que no se habla de nada y tampoco se cierra tema, que se supone que  basta para que no te alejes, y que es,  en el fondo, un mantengasealaespera   me pone entre nerviosa y muy nerviosa.

Dicen que todos tenemos un don (o un súper poder): el mío es el de atraer cuerpostristes y mentesflojas. No sé, no espero  “El discurso del método”, pero quiero hablar de algo más que la simple observación del calor que hace en junio, (no como el año pasado en la misma fecha que estaba nevando, ¡manda güebs!) y de las ganas de verano y de vacaciones que tenemos, a estas alturas del año, todos los mortales.




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Se me escapa algo de este mundo en el que la intensidad de las relaciones se mide por las veces que te escriba el sujeto en cuestión al día, los cariños por la cantidad de caritasconcorazón que te manda, y las ganas de verte por el tiempo que pasa contigo sin mirar el móvil.
Tendré pues, que aprender, ponerme al día, como la que se ha comprao un móvil nuevo y seguir probando a ver si me entero de cómo coño funciona esto.
Porque, claro, una sufre de incontinencia verbal y, espera una respuesta que esté en la misma línea,  si no de intensidad, al menos sí de extensión.
Escribir (con un dedito, que una es taco de torpe) una parrafada y que la repuesta sea una mierda de carita (de lo que sea), a mí me destroza los esquemas.
Pero que no pasa nada, que me iré haciendo el cuerpo, el alma y el corazón a esta sequía verbal, a esta especie de vacío de palabras, a la vacua conversación de frases sin alma, a esta paradójica incomunicación de la era de las comunicaciones  y aprenderé a expresarme con más caritas y menos vocablos.
Que yo lo que no quiero son problemas, que quiero como diría Sabines, “volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles”, que quiero hablar del mundo, de la vida; de la mía y de la tuya, que quiero bailar hasta que me duelan los pies, que quiero vivir, ¡coño! .



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Y contarlo, quiero contarlo, porque me gusta mucho hablar.
Al menos, lanzo mis quejas al Universo virtual, alguien las atenderá.
Os dejo con esta versionaza de Antonio Carmona, "que yo no quiero problemas..."


Comentarios

  1. Cada vez que te leo veo que tengo más cosas en común contigo, lo que pasa es que como tengo más años que tu, pues yo ya no protesto, lo dejo pasar, cada cual haga lo que quiera. Un abrazo

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    1. Cierto, debería aprender a nos desgastar energías en enfandarme tontamente

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  2. No te calles, creo que el mundo es justo y los que no tiene fluidez para hablar es que no tiene nada interesante que compartir, no vayan a animarse y nos calienten la cabeza.

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    1. A mi es que hablar del levante y del calor..como que me revuelve las tripas

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  3. Dice un proverbio árabe:

    Si Dios nos creó con dos orejas, dos ojos y una sola boca, es porque tenemos que escuchar y ver dos veces antes de hablar.

    No abras los labios si no estás seguro que lo que vas a decir, es más hermoso que el silencio.

    Besito pa ti, Alicia.

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