La porosidad del olvido


-Está en el sótano del comedor -explicó, aligerada su dicción por  la angustia-. Es mío, es mío: yo lo descubrí en la niñez, antes de la edad escolar. La escalera del sótano es empinada, mis tíos me tenían prohibido el descenso, pero alguien dijo que había un mundo en el sótano. Se refería, lo supe después, a un baúl, pero yo entendí que había un mundo. Bajé secretamente, rodé por la escalera vedada, caí. Al abrir los ojos, vi el Aleph.
-¿El Aleph? -repetí.
-Sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos. A nadie revelé mi descubrimiento, pero volví. ¡El niño no podía comprender que le fuera deparado ese privilegio para que el hombre burilara el poema! No me despojarán Zunino y Zungri, no y mil veces no. Código en mano, el doctor Zunni probará que es inajenable mi Aleph.
Traté de razonar.
-Pero, ¿no es muy oscuro el sótano?
-La verdad no penetra en un entendimiento rebelde. Si todos los lugares de la tierra están en el Aleph, ahí estarán todas las luminarias, todas las lámparas, todos los veneros de luz.
-Iré a verlo inmediatamente.

El Aleph, Borges


Es posible que todos tengamos uno en el sótano del alma; un punto donde convergen todos los puntos, la ventana al entendimiento de la eternidad, todos los colores concentrados en una esfera, el espejo de todos los infinitos, el Universo en forma de paz y de amor incondicional.
Se hace visible en la infancia y desaparece cuando dejamos de creer en la magia, sólo algunas personas  logran recordar  al  suyo cuando se hacen adultas.
Nuestra mente es porosa para el olvido”, el Aleph, no se va a ningún sitio cuando crecemos, sigue ahí, latente, esperando a que lo dejemos salir, para mostrarnos la inmensidad del Cosmos, para invadirnos con toda la luz del Universo,  si abrimos las puertas y las ventanas del alma.

Comentarios

  1. Sólo hay que buscarlo y allí sigue, dispuesto.
    Abrazo de anís!

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    1. Abrir puertas y ventanas para que entre la luz.
      Besissss

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  2. Preciosas palabras que nos hacen sentirnos niños , y ver esa magia de la que hablas , es cierto que ellos tienen una visión emocional mucho más abierta que nosotros ya los adultos pero solo hay que esforzarse un poquito para sacar ese Aleph que nos acompaña en nuestro interior.
    Un abrazo y lindo día .

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    1. Al Aleph hay cuidarlo y mimarlo, como al niño que un día fuimos.
      Abrazos, preciosa!

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  3. ¡Pues ale a pensar! Lo tengo, estoy segura y seguramente cuando lo encuentre me daré cuenta de que siempre lo he tenido delante. Saltibrincos

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  4. Hay que seguir siendo niños, con esa inocencia pura que cree a pies juntillas en la magia, para que no se aleje nuestro Aleph. Yo intento cuidarlo y mimarlo para que no me abandone. Un abrazo

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    1. No hay que dejarlo marchar, si se pierde la magia, se pierden las ganas.
      Besos, Ana.

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