Una de mujeres seguras.

Corrían los años  50, y una gran artista de Virginia, era vetada por el color de su piel en los mejores clubes nocturnos. 

Por aquella época, Norma Jeane Mortenson, que no era en absoluto el prototipo de rubia tonta que interpretaba en sus películas, andaba en una búsqueda de sí misma que la llevó a una especie de reconocimiento propio, al oír cantar a Ella  Fitzgerald. Se creó entonces, un vínculo indisoluble entre las dos mujeres.

En aquellos años de racismo, exclusión y prejuicios, una mujer negra no tenía fácil el acceso al mundo de la música.  Marilyn Monroe, conocedora del talento de Ella, convenció al propietario del Mocambo para que dejara la actuar a la Fitzgerald,  a cambio ella, que ya en esos años era el mejor reclamo publicitario, estaría cada noche en el club.

 Ese fue el paso necesario, Ella con su voz, hizo el resto.

“Nunca tuve que volver a cantar en ningún club de jazz pequeño”, dijo agradecida en 1972, “Le debo mucho a Marilyn Monroe, gracias a ella toqué en el Mocambo. Marilyn fue una mujer inusual que estaba adelantada a sus tiempos aunque ella no fuese consciente”, recordó la cantante.

Norma era una mujer diferente, un alma sensible, por eso quizás, no pudo o no quiso quedarse. 

Las mujeres reales ayudan y apoyan a otras mujeres, las inseguras critican y les ponen piedras en el camino.

Sororidad.