¡Basta!
En realidad siempre lo he sabido. Soy, no ya rara, diferente, a veces muy borde y a veces antisocial, pero
siempre fiel a lo que pienso y a lo que siento.
Cuando era jovencita (hablamos de
14-15 años) había veces, no siempre, en las que prefería quedarme en casa con
un libro. Por aquellos tiempos, no había móviles, que están muy bien para
algunas cosas, pero son un atentado contra la libertad, para otras. El caso, es
que, no te llamaban al móvil, pero lo hacían al fijo y me molestaba explicar,
justificar, contar por qué el plan que a todos les parecía fantásticamente
increíble, a mí no me apetecía.
A veces, era un libro recién
sacado de la biblioteca, que me quemaba en las manos y estaba deseando leer,
otras simplemente, pocas ganas de perderme en multitudes, otras me podía la
aversión a ser como todo el mundo, a entrar en el juego de la presión social “si no estás en la fiesta, no existes” y a pesar de ser una persona bastante
paciente y prudente, no fueron pocas las veces en las que terminé,
seguramente, diciendo alguna barbaridad,
Si con 15 años, me tocaba las
narices la falta de respeto que supone la insistencia, ese intento de
convencer, esa colonización, en palabras de Saramago, cuando tomaba la decisión
de no ir a algún sitio (léase la feria, bajar a la plaza, o cualquier otro
intento obligado de socialización), imaginaos, con los 49 inviernos que me caen
este año. Me estalla la cabeza, de locos, ¿no he dicho ya que no?, ¿no he explicado que no voy a ir a tal o cual
sitio? Mis razones tendré, las que sean, no necesito que todos los días me
pregunten, me insistan, me ofrezcan disparatados planes para cumplir con mis
compromisos , y acudir a la vez, en una loca carrera por estar, a su fantástico evento, que puede que, a mí no me lo
parezca.
¿Por qué? ¿Por qué la gente no es
capaz de entender que simplemente no quiero ir a un sitio? No, no me apetece,
no quiero, y eso no me convierte, ni en rara, ni en antisocial, ni en amargada.
Cada vez son menos las
imposiciones sociales, que estoy dispuesta a aguantar, mi tiempo es escaso, no
quiero perderlo con gente con la que no me apetece estar o haciendo cosas que
no quiero hacer. Cuando dispones de poco tiempo, lo valoras más y decides no
perderlo.
Muy bien dicho tu opinión sobre si te apetece hacer o no hacer algo . Cuando vamos cumpliendo años lo vemos con mas claridad y me ha gustado tu exposición de por qué hay personas que su vida solo la conciben saliendo a la calle, no valoran el silencio y la soledad de los otros , que además es elida. No es que seas rara , es que tienes personalidad y no vas con la masa borreguil de la sociedad esta imponiendo . Un besote y haz lo que te de la real gana siempre .
ResponderEliminaray si, de verdad, que estrés...la gente no se entera..
EliminarUna genialidad y te entiendo mira los blogs se juntan y si tu no lo haces te dejan aparte.
ResponderEliminarHay que tener amiguitos que te apoyen sino te llaman la rara mental.
Eres libre y feliz a tu manera y eres valiente nadie se animaria a escribir lo que has escrito Hace tiempo que no leia algo tan tan bueno
Gracias, sólo quero que respeten mi libertad de hacer o no hacer (dentro de lo legal todo, calro). Besoss
EliminarCuando aprendes a decir No te liberas, pesas menos y sonríes mas. Lo cierto es que hay mucha gente rara, mas que normales como nosotras, menos mal que somo únicas , con lo bien que se está en este lado de la acera. Abrazos
ResponderEliminarCuesta eh? pero a veces no lo dices con las dos únicas letras que tiene por miedo a ofender y te llevas un berrinche tontísimo...
EliminarUn beso
Hola Alicia, como te comprendo en todo lo que dices, pero no es fácil aprender a decir NO, si tu lo has conseguido, olé por ti. Y ya que lo has conseguido, ni se te ocurra desaprenderlo. Con lo bien que nos sentimos cuando decimos las cosas que nos nacen de dentro. Un abrazo
ResponderEliminarEs difícil Ana, veo que si lo hago con tacto, la gente no lo entiende y si soy directa, se molestan, pues nada..que se desmolesten.
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