Viernes

Es viernes.
Eso me acaba de decir mi amigo Luis  (vía whatsapp),  como si esa aseveración guardara en sí misma,  todo un universo de cosas buenas.
Es viernes. La gente anda un poco más relajada ante la perspectiva de soltar las cadenas que nos atan a las mesas, a las cajas, a los ordenadores,  a la vida cotidiana cada día.
Es viernes. Tenemos ganas de festejar la vida, en palabras de  Walt Whiltmann " Que estás aquí, que la vida existe, y la identidad, que prosigue el poderoso drama y que tú puedes contribuir con un verso" o con una sonrisa, o con una palabra amable.
Festejar. Siempre hay mucho que celebrar, ¿no? o al menos deberíamos tenerlo presente todos los días del año, que se nos suele olvidar y sacamos del cajón  las ganas de vivir,  sólo en fiestas de guardar.
Es viernes y tengo sueño.
Igual si a mis vecinos no les hubiera dado por contar en el chat (sí, las cosas de la era de las comunicaciones) que no uno, ni dos, ni tres, sino cuatro de ellos, han tenido sus más y su menos con un murciélago (supongo que varios, no creo que sea el mismo), hubiera dormido algo,  en vez de pasarme la noche imaginándome a uno colgao de la lámpara mirándome, para luego convertirse en un jovencísimo Antonio Banderas (que puestas a pedir...).
Es viernes y se me repiten las ganas de desaparecer como el ajo del gazpacho.
Es viernes y parece que por fin, se acerca el final del verano, (acabo de imaginarme el Dúo Dinámico).
Es viernes y tengo mucha plancha (literal), además, por primera vez,  me he comprometido a cocinar para mis amigos (soy más de encargar lo que sea, es limpio, fácil y cómodo).
Es viernes,  y más vale que vaya a por el tercer café,  si no quiero quedarme dormida delante del ordenador.
Es viernes y prometo relajarme un poquito y disfrutar de los últimos coletazos oficiales de un verano raro y agotador.


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