Que la luz sea contigo


Hay almas que uno tiene ganas de asomarse a ellas, 
como a una ventana llena de sol”.
Federico García Lorca



Y sí, dan ganas de conocer a esas personas y llenarse de esa luz que desprenden. Almas que te devuelven la Fe en la Humanidad, que te alejan con una mirada de esa otra gente que vive en las tinieblas de su  mezquindad, de su yoísmo, en el  abanderamiento de la causa propia, enarbolando como premisa única el interés miserable y ruin de su existencia.
Hay gente maravillosa que te calienta el corazón, te reinicia con un abrazo, gente que da su todo por tu nada, gente con la que los silencios no son incómodos, con la que una café a media tarde es como una inyección de paz para el resto del día, gente que desprende positividad y mucha luz.

Luego están las  almas que dan miedo,  que ofrecen un abismo insondable, que tienen un aura de misterio que en principio  no resulta nada atractiva, un lado oscuro que a ratos atrae y a ratos provoca cierto desasosiego. 
Pero a veces el negro no es tan negro, al fin y al cabo es una mezcla de todos los colores del mundo, ¿no? 
Nunca tuve miedo de asomarme a los precipicios,  y estoy convencida de que por muy oscuro que sea el fondo, siempre hay un atisbo de humanidad  y yo lo he visto, lo sé, he vislumbrado un poquito de ternura detrás de la armadura (bueno no siempre).
La conclusión, para un viernes de otoño, (con las connotaciones emocionales de retirada y catarsis que tiene esta época del año para mi) es que hoy creo en la raza humana, hasta en las almas negras y atormentadas que andan por el mundo sin rumbo (más dura será la caída).

Brindemos pues, por todos los que guardan aún un rescoldo de sensibilidad  en sus corazones.

¡Feliz viernes!



Comentarios

  1. La luz que emerge de la mirada limpia y la sensibilidad que abriga el corazón son casi suficiente como querer a alguien así

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