Modificando conductas

Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo.
 Albert Einstein



Todos queremos cambios en nuestras vidas, pero no estamos dispuestos a cambiar nada para llegar a los objetivos  que,  con más o menos acierto,  nos hemos autoimpuesto.
Si todo lo que hacemos nos lleva siempre al mismo bucle de acontecimientos,  igual deberíamos modificar algo.
Pongo un ejemplo clarificador de las contradiciones en las que incurre servidora y de la  consecuente espiral infinita de dramas: 
Llevo toooooooooodo el verano quejándome, como la perfecta loca de manual que soy, porque la puñetera ley de la atracción ha decidido premiarme con unos cuantos pacientes que pasan por el consultorio sin cita previa, sin abonar las consultas, (ni siquiera en forma de copa de vino) y  que, encima, no me hacen reír.
Y digo yo, lo mismo debería aniquilar a la Elena Francis que habita en mi cuerpo serrano, y dejar espacio a una Leticia Sabater con un ojo a la virulé, que lo da todo en la pista de baile,  vestida únicamente con unas bragas y un sujetador de brilli-brilli, al ritmo de la salchipapa o el pepinazo y declararme a mí misma en  rebeldía alegando que tengo la misma profundidad que un charco.
O también podría ser una borde y decir: “mira rey, es mu triste todo lo que me cuentas, y lo siento desde la profundidad de mis interiores, concretamente desde el intestino delgado,  pero yo lo que quiero es un Kiko Rivera de la vida, que vale que es feo, pero que seguramente es gracioso, o por lo menos me lleva a locales de moda”.
Puedo ser yo la víctima y protagonizar un drama cada día, así les hago luz de gas a mis pacientess, evito que me cuenten penas.
Puedo hacerme la sueca,  y decir que  no entiendo el castellano.
Puedo fingir  que me he dado un golpe en la cabeza y que he perdido la memoria a corto plazo.
Puedo huir del país.
Puedo irme al monte a una cabaña, sin teléfono, sin tablet, si portátil, sin luz, ni agua...(bueno luz y agua, sí, coño, que no tengo culpa de ná)
Puedo meterme en un convento, dedicarme la vida contemplativa, y garantizarme así la vía directa con las altas esferas celestiales.
Puedo bloquear a los sujetos en cuestión.
Puedo cambiar de identidad.
Puedo, ...puedo…puedo decirle a la Madre Teresa que me habla desde el fondo de mi mente (creo que viene de ahí), que haga el favor de dejarme un poquito en paz, que a lo único que aspiro en este momento de mi vida es a reírme ( y mucho, no me importa arrugarme como una pasa si es de risa).
Puedo decir que tengo una caja de zapatos con recortes de prensa de Maria josé Cantudo, por ejemplo, y que me encierren en una clínica.
Y también puedo estudiar, convertirme en psicoterapeuta profesional (he contemplado la opción de falsear un titulito, pero no quiero terminar como la Panto)  y ganarle dinero a las horas de terapia.
Admito sugerencias, si están dentro de los límites de la legalidad, mejor, si no, tampoco pasa nada, que ya a estas alturas el que parezcaunaccidente no me parece del todo mal.

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