¿¿Qué por qué?? ¡y yo que sé!
Pues resulta que echando un
vistazo por ahí, al mundo blogger, he
descubierto que no soy la única que ha vivido la absurda experiencia del señor Guadina
por un lado y la del señor Houdini, por otro.
Bien, parece que lo de aparecer, mandando mensajes con una intensidad solamente comparable a tu estupor, y desaparecer con las mismas ganas, para volver a reaparecer, no es algo que me pase sólo a mí, lo cual me deja mucho más tranquila.
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Por lo que leo, esta aptitud
guionizada forma parte de las innumerables virtudes de los pobres señores
confusos de esta década. Me serena saber que no huyen de mí en particular, que
no soy yo, que es una mierda de huida general, que no saben qué hacer que ni
las apariciones ni las desapariciones tienen nada que ver con servidora, que en
su mayoría están para terapia y que por mucho que una intente comprender, sólo
se va a llevar un dolor de cabeza.
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Así pues, ni medio minuto para
preguntarse por qué, porque, seguramente
ni ellos mismos en su falta de integridad, lo sabrán.
Punto.
Ciertamente magistral ...
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