Kafka y la Muñeca, la omnipresencia de la pérdida
Un año antes de su muerte, Franz
Kafka vivió una experiencia insólita. Paseando por el parque Steglitz, en
Berlín, encontró a una niña llorando desconsolada porque había perdido a su
muñeca.
Kafka se ofreció a ayudar a
buscarla, pero no apareció, entonces Franz, le contó a la niña, que su muñeca, no se había perdido, sino que
estaba viajando alrededor del mundo y le explicó que él era un cartero de muñecas, especializado en llevar las cartas de las muñecas
viajeras del mundo.
La niña, le pidió que si recibía alguna de su muñeca, se la llevara y durante tres semanas, Kafka le llevó las cartas escritas por la muñeca viajera.
“Por favor no llores, he salido de viaje para ver el mundo. Te voy
a escribir todas mis aventuras"
Cuando él y la niña se reunían, le leía estas misivas, cuidadosamente compuestas con miles de aventuras imaginarias
sobre la muñeca, cuyos viajes por el mundo que evocaban a los de Phileas Fogg.
La niña se consoló con la idea de que su amiguita estuviera viviendo tantas y tan variadas experiencias.
Pasadas unas semanas,
Kafka le regaló una muñeca nueva a la pequeña, ella obviamente, la veía diferente a a la suya, pero una carta
adjunta le explicó la razón de su cambio:
-“ Querida amiga, mis viajes me han cambiado “
Muchos años más tarde, la niña encontró una carta metida en una grieta desapercibida dentro de
la muñeca.
que decía:
” Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final,
el amor volverá de una forma diferente“.
Esta historia tan tierna, tiene varias versiones, en la de Paul Auster, la muñeca se casa y nunca vuelve al lado de la niña, en esta de May Benatar, la muñeca, aunque cambiada, vuelve junto a la niña.
Nunca se encontró a la pequeña, ni las cartas, pero la que era por entonces la compañera de Kafka, Dora Diamant, contó que Franz se sentaba frente al escritorio a redactar las cartas de la muñeca viajera, con la misma gravedad y tensión con la que compuso toda su obra.
Esta historia tan tierna, tiene varias versiones, en la de Paul Auster, la muñeca se casa y nunca vuelve al lado de la niña, en esta de May Benatar, la muñeca, aunque cambiada, vuelve junto a la niña.
Nunca se encontró a la pequeña, ni las cartas, pero la que era por entonces la compañera de Kafka, Dora Diamant, contó que Franz se sentaba frente al escritorio a redactar las cartas de la muñeca viajera, con la misma gravedad y tensión con la que compuso toda su obra.
Que bonito ..me ha encantado Alicia es tan tierno y sensible que de verás la lagrimilla estaba a punto de salir ..Más historias como estas todos los días ..gracias amiga .
ResponderEliminarUn fuerte abrazo muakk.
Sí, es una historia muy bella.
Eliminarbesoss
Es una historia muy bella... La había leído hace tiempo y me pareció un gesto de amor superlativo.
ResponderEliminarMil besitos con cariño y feliz día ❤️
Qué gran persona. Un beso
ResponderEliminarbuenísima y nunca la había leído... es más, me quedo con esa frase kafkiana para mi blog, muchas gracias entonces....
ResponderEliminarUna historia preciosa tan llena sentimientos.
ResponderEliminarBesitos:))
Preciosa
ResponderEliminarY real
Besos