Gente abono

 

“Se nos olvida que la vida es un ratito, que las personas no son eternas y las oportunidades se acaban. Digan, hagan y quieran todo lo que puedan hoy porque tal vez mañana ya no puedan”

 

 

 

Son muchos los casos de personas que, lamentablemente,  se van demasiado pronto, ¿no? Quiero decir, que, todos hemos sufrido una pérdida o la hemos vivido muy cerca. Y esto nos debería dejar, además del dolor de la ausencia en sí, una enseñanza. A veces aprendemos, pero ¿cuánto nos dura la lección aprendida? Poco o nada.

¿Por qué si sabemos que nuestro tiempo en la Tierra es finito, nos empeñamos en malgastarlo con personas que no nos gustan?, ¿por qué hacemos cosas que no queremos hacer?

Es como si tuviéramos pavor al abandono. Tenemos miedo a que si no estamos presentes, nos van  a criticar. Aquí lo grave es que es si  estás en un entorno castrante, en el que se critica al que se ausenta un momento para ir al baño, es que no estás dónde debes estar.

Nos deberíamos rodear de gente que nos engrandezca que nos quiera como somos, (incluso si alguna vez, rechazamos un plan maravilloso). Gente que nos abone el alma como quien abona un terreno, que nos haga florecer.

No, la vida es demasiado corta para derrocharla con personas que no sólo no aportan, sino que además ensucian, critican, vilipendian y  destruyen.

A veces, en algunas situaciones de mi vida, me he sentido en una secta, “entras, tienes la suerte de entrar, de sentir que formas parte de algo, pero ni se te ocurra tratar de salir, o simplemente no te atrevas a no estar siempre”.

Ya no quiero eso en mi vida, no quiero romper con todo, pero quiero mantener mi libertad de ir y estar con quién me parezca y cuando yo lo estime conveniente.Y si eso supone el fin de algo ( y por supuesto, ser blanco de críticas y bulos varios), lo asumo, estoy dispuesta.

Me quedo con la gente brillante, la gente trampolín, la gente que abona el alma.