La pesadilla.

Recogió las piezas rotas del frutero, con las manos temblorosas, por el miedo. Limpió la sangre y se llevó a la basura, con los restos de la batalla, su maltrecha dignidad.
Todos le habían dicho muchas veces que lo abandonara, que no era una buena persona, pero ella tenía miedo. Un miedo descomunal, irracional, un miedo que nadie podía imaginar. Nunca había tocado a los niños, pero amenazó miles de veces con hacerlo si se le ocurría denunciar ¿qué podía hacer?.
Las palizas cada eran más frecuentes, cada vez era menor la chispa que hacía encender su ira, cada vez estaba más cansada, las cicatrices del alma son muy difíciles de borrar...
Pocos días después, su hijo mayor volvió de clase temprano. Se encontró a su madre inconsciente en el suelo, sobre un charco de sangre, su padre estaba borracho o drogado y dormitaba delante de la tele...
Se la  llevó al hospital, pidió a unos vecinos que se encargaran de los pequeños y llamó a una asociación de ayuda a mujeres maltratadas que había visitado a su madre en un par de ocasiones y había dejado un folleto. Se encargó de todo: tenía cartorce años, pero salvó a su madre de una muerte segura, se hizo mayor en una tarde y aprendió a callar...
La madre fue mejorando poco a poco, la visitaban en el hospital las vecinas, su familia, las mujeres de la casa de acogida, nadie le hablaba del maltratador. Cuándo por fin se recuperó, supo que lo encontraron muerto con un disparo en la cabeza de una escopeta de caza. Cualquiera pudo haberlo hecho; no tenía muchos amigos, la policía lo consideró un suicidio, y tampoco investigó mucho. Caso cerrado.
Pero ella, algunas noches,  cuando los recuerdos de las palizas, no la dejaban dormir, veía cómo su hijo disparaba a su padre y era ella, ella misma, quien como flotando en el aire, limpiaba la zona y lo preparaba todo para que pareciera un suicidio...."es una pesadilla, mamá", le decía su hijo....
En realidad la pesadilla fue vivir con él, en realidad la pesadilla ya había terminado, ya sólo quedaban las secuelas, en  realidad ,seguramente, alguien más sabía su secreto, pero después de todo ¿quien puede culparles?.

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