Doce (+ 1) cosas que he aprendido en los blogs de belleza.

Como os he contado alguna vez, estoy en proceso de recuperación de la tersura epidérmica que una vez (con quince años), tuve, que me creo yo que me va a volver a brillar la piel y se me van a borrar las arrugas así, por obra y gracia de un santo producto.

Pues os cuento  lo que me ha quedado claro:

No valoramos suficientemente a las instagranmers: se maquillan dos o tres veces al día, modificando levemente la rutina y el tono de ojos.

Al hilo de lo anterior, la capacidad  de conocer nombres y utilidades de esa cantidad de productos, es casi comparable,  a la capacidad de un farmacéutico (ahora se me echaran los farmacéuticos encima) para retener nombres complejos.

Mi presupuesto para poti-belleza es tirando pa escaso.

He vivido toda la vida en una absoluta inopia  pontinguil (y era feliz).

Se vuelven a llevar las cejas anchas (las que nos depilábamos como posesas en los noventa, vamos listas), y que hay que pintárselas, así a las bravas: coges un pincelito,  rellenas, ensanchas y alargas.

Nunca llevas demasiadas capas de sombra de ojos.

Se pueden ( y se deben) usar hasta cuatro colores en un mismo ojo (vamos y yo pensando que las paletas que llevan tantos colorinchis era pa dárselas a tu sobrina para jugar.

Muchomuchísisimo iluminador no es suficiente.

Hay una rutina de limpieza japonesa que tiene siete pasos, a diario, más de una vez al día.

Vista la cantidad de productos de bases, prebases y sérums que se ponen estas, me parecería más lógico cortar la máscara con un bisturí  cada noche, siete lavados de cara no son suficientes.

Para hacer todo esto, hay que dormir menos horas.

Si he llegado hasta aquí sin saber hacerme la raya del ojo, el contouring, y ponerme el brush a la misma altura en las dos mejillas, creo que puedo seguir como hasta ahora.

Conclusión: 

Si estoy medio mona sin tanta historia, el día que aprenda todo, voy a ser un cañón (avisados estáis).