Blanca , la viuda negra.
Blanca de la Orden-Fernández, marquesa de Jácome, vivía sola desde que su difunto marido tuvo a bien trascender, abandonándola a su suerte (a ella y a la considerable cuenta en un banco suizo, que le dejó como compensación por la compañía prestada durante ocho largos años)
El finado marchó en la paz del
hogar, por una extraña enfermedad, que nadie supo explicar, entre hipos y
lágrimas que vertía la esposa, apenas
mitigadas por la seguridad de que a ella, a la respetable viuda, no le iba a
faltar de nada y que los días venideros esbozaban un prometedor horizonte de
viajes y lujos.
Ella, experta en esto de ejercer
de doliente, sabía perfectamente cómo actuar ante el público ávido de tragedia
y sufrimiento. Y así lo hizo: lloró, fingió un dolor que estaba muy lejos de
sentir, y para hacer la escena más
creíble, añadió un par de amagos de
desvanecimientos que, el médico de la familia, atendió con la premura del
amante inexperto y perdidamente enamorado.
Cuando el luto, que exigían las
apariencias, hubo pasado, el médico
estuvo convenientemente convencido de que en nombre del amor que sentían, era mejor dejar de verse por un tiempo, Blanca se mudó a otra ciudad.
La enorme casa heredada del
interfecto, se le echaba encima,
demasiados recuerdos, decía. Vendió la propiedad y se mudó a un ático en el
centro de la ciudad.
Su distendida existencia en un lugar en el que poco o nada sabían de ella, transcurría entre inauguraciones, fiestas,
cenas y desinteresadas ayudas a un orfanato en concreto, cuyas instalaciones fueron asoladas por un terrible , y según la
compañía de seguros, intencionado, incendio, hacía treinta años.
Mientras ella vivía ajena a las
mundanas preocupaciones de la mayoría de los mortales, sus nuevos vecinos se
preguntaban si conocía lo que había pasado en su ático hacía un par de décadas.
¡Pobrecilla!, pensaban, ¡ sola en ese lugar,
tan lleno de malas energías, a
saber cómo se siente!
Nunca se supo si aquél pobre
infeliz se suicidó o fue un asesinato. La policía, como suele ocurrir, en los
sitios bien, en los que la apariencia lo es todo, había cerrado el caso por
faltas de pruebas o de alguien que reclamara la vida o la muerte del fallecido
en cuestión.
Blanca, que no era Blanca sino
María de la Caridad Expósito, sabía perfectamente lo que había ocurrido en
aquél ático, al fin y al cabo ella estuvo allí.
Y como era, y es, una romántica empedernida, al ver aquella casa
a la venta, vio una bonita oportunidad de dejarse llevar por la añoranza, para recordar una de las mejores etapas de su
vida.
Interesante..........
ResponderEliminarBESICOS.
Blanca, o María de la Caridad, es sin duda una persona misteriosa.
ResponderEliminarBesos.