Los puesyo y los puesami

 

Quien no comprende una mirada,


                                  tampoco entenderá una larga                                                            explicación”

                                              Proverbio árabe

 



A veces basta una mirada, una sonrisa o  una palabra para entender a una persona, para poder acercarte a su alma. Otras veces ni con mil explicaciones consigues hacerte entender.

Nos desgastamos infinitamente intentando hacer comprender al resto por qué somos como somos o por qué actuamos como lo hacemos, y no sirve para nada. Si la otra parte no tiene disposición, no nos  va a entender.

En el mejor de los casos,  deducirá lo que le venga en gana, lo cual no sólo no ayuda, si no que genera todo tipo de controversias. Por mi parte, soy responsable de lo que digo, no de lo que la otra persona entiende,  que igual hay que darle un repaso al temita de la comprensión lectora.

Ya nadie tiene tiempo de escuchar a los demás. Si alguien me escribe para preguntarme ¿cómo estás?, ya sé que lo viene después es una extensa perorata de pues yo, pues a mí, estoy fatal, bla, bla, no me encuentro bien, blablablá…me he roto una uña, blablablá…





Y pienso, bueno, ¿para qué me ha preguntado? Si  mi respuesta de cómo me encuentro ha tenido cero feedback,  y encima le  ha seguido una parrafada de toda su basura emocional, si ha leído, pero no comprendido lo que le he contado. La respuesta hubiera sido la misma aunque le hubiera contado que me acabo de amputar un brazo: pues yo, pues a mí….

Y si ya sé todo esto, si sé que la mayoría de la gente pregunta para contar lo suyo, ¿por qué siempre me molesta?, ¿por qué me quita el sueño verme pisoteada en mis cuitas (que también las tengo?


A mí también me pasan cosas, aunque intente no hacer un drama y cuando no puedo más y necesito contarlas en voz alta, para sentir que no son tan graves, en la mayoría de las ocasiones, me encuentro con un silencio o con un pues yo, pues a mí.








De la misma manera que a mi pueden no parecerme importantes los contrariedades de los demás, es muy posible que mis desesperaciones (que yo soy muy de exagerarlo todo durante unas horas, luego lo resuelvo y me rio), parezcan absurdas a ojos de los demás,  pero a veces, necesito ponerle voz a lo que me pasa, por muy nimio que sea. Y sí, yo siempre estoy para poner el hombro a las tontadas del resto.

Todos tenemos problemas, pero algunos decidimos no contarlos o contarlos cuando ya han prescrito, porque, básicamente siempre estamos atendiendo tragedias ajenas.

Los expertos en esto de ser feliz,  dicen que uno empieza a serlo cuando  no necesita contar nada a nadie, cuando no le interesa la vida de los demás. Y es así. Pero, al contrario de lo que solemos pensar, uno no llega a esa conclusión después de un retiro espiritual, o de haber cantado mantras bajo las estrellas  hasta el amanecer, ni después de abrazarse a un árbol dando saltitos con cascabeles en los tobillos. Uno llega al momento de no querer saber nada de nadie por cansancio, por hastío, por las cuarenta leches contra miles de muros, porque tu cuerpo ya te alerta de que es la hora de cerrar todas las puertas y ventanas a los dramas, porque simple y llanamente, ya no puedes más.

Ya has explicado, ya has justificado, ya has aconsejado, ya has acompañado y ves que todo ese desgaste emocional es unidireccional, porque el día que no puedes hacerlo, porque con lo tuyo vas saturada, suenan todas las alarmas de la deslealtad y de la falta de empatía.



Ese  día en el que decides no atender llantitos, te conviertes en la bruja mala del sur y  esas perfidias  se extienden y cuando vienes a ver, todo el mundo se ha  enterado de que una vez decidiste ponerte tú por delante.

Luego viene el momento en el que te da igual, pero mientras, durante algunos días, te sientes en la patética necesidad de justificarte y nadie te da la opción de hacerlo






Son muchas las veces en las que he puesto el hombro, muchas las ocasiones en las que he dicho lo que la otra persona necesitaba escuchar, muchas las que he dejado a un lado mis preocupaciones para atender las de otra persona, pero si una vez digo basta, hoy no, soy la peor persona del mundo y así me hacen sentir.

 

 

 

Comentarios

  1. Uf, fijate como empiezo has hecho un alegato con mucha verdad nos gusta un drama más que un churro por la mañana jajajá, pongamos humor. No sé cielo a veces hay personas que necesitan más ser escuchadas y por eso cuentan sus cuitas, es cierto que muchas son las veces que no te apetecen oírlas, pero… ahí esta cada persona con un aguante o una manera de ser. Y no es peor, personas la que no quiere más poner el hombro , simplemente ella también necesite ser oída y no encuentre el hombro que la entienda.
    Me ha parecido muy interesante lo expuesto, creo que lleva mucha verdad y nada de hipocresia. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. a veces no es que me pasa nada súper dramático, pero en ese momento a mi me lo parece, y claro, como voy de madre con todo el mundo, nadie piensa que yo pueda necesitar nada..

      Eliminar
  2. Debemos escuchar y hacer por que nos escuchen, pero es cierto que algunas personas no dejan hablar. Me ha gustado este texto, es excelente. Feliz semana. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. es que antes de que tú empiezes a contar algo, ya te han largao 7 tragedias...

      Eliminar
  3. No está mi comentario y ya me estoy acostumbrando a desaparecer, puede que en mi vida anterior fuera un fantasma. Abrazos

    ResponderEliminar
  4. Al final siempre nos toca escuchar las penas de los demás, porque nosotros nooooo, que va nosotros no tenemos ni penas ni nada. BESICOS.

    ResponderEliminar
  5. Nunca me había planteado eso de que te preguntan cómo estás para poder contarte ellos sus penas... Interesante.

    Besos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Comentando que no criticando.

Entradas populares