La niña y el buitre


Cuando Kevin Carter tomó esta fotografía en Darfur al sur de Sudán, en el mes Marzo de 1993, poco podía sospechar que cambiaría su vida.
Kevin se había trasladado a la zona para fotografiar el movimiento rebelde de la región. Al llegar se encontró con una estampa de hambruna y miseria que le conmocionó, decidió entonces fotografiar esa otra realidad.
Kevin Carter cuenta  estaba fotografiando  la aldea de Ayod cuando vio caminar a una niña de unos cuatro o cinco años. Se dirigía a un centro de refugiados, probablemente a pedir ayuda y alimentos.
Cuando le faltaban escasos metros, su frágil cuerpecito dijo basta y se dejó caer.
El buitre aguardaba para abalanzarse sobre la niña, y Carter esperó para tomar una foto aún más impactante, esperó unos veinte minutos disparando algunas fotos, finalmente, la niña reanudó su camino y el buitre se fue.
El fotógrafo se quedó inmóvil, llorando a la sombra de un árbol por lo que acababa de ver y hacer, prefirió tomar la foto de su vida antes de ayudar a la niña.
La foto fue publicada en ese mismo año, provocando una oleada de críticas, pero la repercusión de la imagen le valió a Carter, para alzarse con el Pulitzer de fotografía el año 1994.
Sus palabras al recoger el premio fueron estas “Es la foto más importante de mi carrera pero no estoy orgulloso de ella, no quiero ni verla, la odio. Todavía estoy arrepentido de no haber ayudado a la niña.
Hay quien asegura que la historia no fue del todo así, la niña estaba defecando y el buitre esperaba su ración de carroña, sea como sea la imagen está ahí, sea como sea esta era la triste realidad.
La fotografía de la niña, le supuso también que  que la prestigiosa agencia Sygma le contratara como reportero.

 El 27 de junio de 1994, después de recoger el premio, aparcó su furgoneta junto al río en el que solía jugar de niño, conectó una manguera al tubo de escape y se suicidó.

Dejó una nota: 
«He llegado a un punto en que el sufrimiento de la vida anula la alegría... Estoy perseguido por recuerdos vívidos de muertos, de cadáveres, rabia y dolor. Y estoy perseguido por la pérdida de mi amigo Ken...»
¿Fue la conciencia?, ¿la fama?, ¿la ausencia del amigo?,  hay una frontera, una frontera que no se debe sobrepasar, ya lo decía Galeano en " La frontera del arte".

¿Y al final el buitre era el animal irracional? o ¿el que esperaba con la cámara en la mano?


Comentarios

  1. La niña estaba defecando, la foto no es tal y como la vendió, se suicidó pero por otros motivos, ya lo había intentado años antes. Un abrazo

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  2. Interesante historia Alicia, al igual que la aclaración de Ester. Pobre alma desorientada. Saludos.

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