Andando caminos ( y desandando otros) .

 


He sido callejera; ferianta, cofrade, flamencona,  de las que  no se perdían una zambomba y he estado abonada a los chiringuitos de verano. 
Pero al mismo tiempo, a  veces, se me cruzaba un cable (o dos) y prefería quedarme en casa con un buen libro o una buena peli, y no, no ha sido con la edad, me ha pasado siempre.



Se puede decir que soy contradictoria, que yo misma soy el Jing de mi Jang y viceversa, o que estoy como una reverenda cabra.

Pues bien, se supone que, ya que me gusta estar en casa, lo del encierro este que hemos pasado,  no debería haberme afectado.

Y no lo ha hecho.

Hasta ahora.

Eso creo.

Puede que, me haya afectado más la vuelta a la normalidad y puede que, desde que nos dejaron salir ande un poco desquiciada.

Yo era feliz en  casa, con la persona más importante de mi vida, con mis paredes para fregar, mis cortinas para lavar, mis libros y mis series.

Era un entorno seguro, limpio y tranquilo.

Pero desde que nos soltaron,  noto que estoy insoportable.

Que todo me viene mal.

Que no me bastan todas las cosas que antes me hacían feliz.

Que no sé que espero

Que, aunque me hacen feliz las cosas sencillas, noto que me sobra gente.

Ha sido como despertar de un sueño revelador y entender que hay gente con la que no quiero estar.

Me siguen gustado mis cosas:


Un buen libro y un té.

Un paseo por el campo (sin charcos).

Una comida con amigos, vinos y risas, muchas risas, de las que te alargan la vida.







Ronda.







Las velas aromáticas de canela.

Mis plantas vivas.

Las personas que me aportan.


Como decía  Roberto Louis Stevenson, “No pido otra cosa: el cielo sobre mí y el camino bajo mis pies”

El silencio.

Mi paz (que se me escapa, se me escapa mucho).






Las sábanas limpias, ese primer contacto con una cama bien estirada y fría.

El mar.

El olor de los bebés.

La risa de los bebés.

El regaliz negro.






El olor a madera mojada por el vino de las bodegas.










Atardecer desde la Alameda Vieja de Jerez.






Los Sugus de piña.










La luz de la mañana por la ventana.

Los pájaros cantando.

El olor a jazmín.

El color de mi buganvilla.

Una copa de vino en la cocina.


Una receta compartida con mi hijo.

Su mirada, su flequillo despeinado, la ternura de su risa.

Compartir su ilusión por su nueva vida.

El miedo a la separación, que me hace sentir viva y me mata por dentro a la vez.

Salir de la oficina un viernes.




Ver ponerse el sol y cenar en La Manuela en Chipiona.





Snatam Kaur.

Las novelas de sagas inglesas.

Que no me duela nada.

Las vistas desde la Cueva de las dos puertas.











Un vestido nuevo, una ocasión para estrenarlo.

Bailar como una loca.




Música en directo junto al mar.






Diana Krall.

Tener a quien poder contar todo lo que me hace feliz y también lo que me hace infeliz.

Mi familia, ese grupo de flipaos, que siempre está.

Esta canción.





Estoy en ese momento de barrer, abrir ventanas, limpiar rincones, tirar trastos viejos y quedarme con lo que me hace bien, sólo lo  que me hace bien, y no, no es tan fácil como parece.

Una catársis nunca es fácil: airear los rincones del alma, reconocer, desde la calma que no todo está bien, hacerlo con la cabeza despejada, enseñar las vergüenzas para curarlas  y volver a la casilla de salida todos los días,  es duro y agotador. 

Pero estoy en el lugar correcto y con las personas (algunas) correctas.

Comentarios

  1. No te imaginas hasta que punto te entiendo (me refiero a lo de sobrar gente). Y la lista de cosas que te gustan es para enmarcar.

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    1. Lurio, a veces hay que mirar el interior para poder limpiar el exterior, no es fácil, pero hay que hacerlo.

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  2. Estoy pasando por lo mismo, no me siento segura del todo y ahora mismo mi casa es mi mundo y en él me encuentro a gusto.
    Muchos BESICOS.

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    1. Ya no es sólo miedo al contagio, es como si no fuera capaz de gestionar que la vida sigue, que la gente se va a la feria y se aglomeran y me genera ansiedad. No sólo por el virus, sino porque, en general me agobian las multitudes.

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  3. Pues algo así me pasa a mí también. Me consuela no ser la única.
    Me quedo con las ganas del Sugus de piña.

    Besos.

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    1. Está siendo difícil, me gusta esta con la gente, pero no todo el mundo me sirve...

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  4. Pue leyéndote, parecía que leía mi diario...

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    1. jajaj pues que bien no ser la única que anda un poco perdida...

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  5. ¡Ay! Cuantas cosas en común tenemos tu y yo. A mi también me sentó muy bien el confinamiento, pero que muy bien. Gracias por contarnos tantas cosas de ti, que parece como si lo hubiese escrito yo. Un fuerte abrazo y jamás pierdas esa frescura que tienes.

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