Ni en sueños.

Vivo convencida de que nací en la época equivocada.
Me hubiera gustado vivir los años 30 o los 40 arreglarme para cenar todos los días, (no cualquier cosa delante de la tele y en pijama), tener la piel blanca y llevar tocados a diario.


En esa época,  no había ciclogénesis ni cambio climático y si la había no se encrespaba el pelo, las mujeres iban con vestiditos monísimos, guantes  y medias de seda cada día.



Salían a locales glamurosos, bebían champan y bailaban al son de una maravillosa Big Band, en un mundo como de purpurina y zapatos de baile.


Los hombres iban bien vestidos (no como ahora con camisas de leñador) y llevaban un pañuelo para ofrecértelo si llorabas o se te metía algo en el ojo (ahora les das tú uno de papel a él , porque lo ves estornudar, que se va a dar la vuelta y el cochino se limpia con la manga), sabían bailar, (no mover el paquete desde la barra como el que inicia el ritual de apareamiento), sabían hablar (no solo emitir un extraño sonido gutural) y te mandaban notitas (no una mierda de whatsapp con faltas de ortografía a las mil,  porque va borracho como un piojo).

Ya me veo, ya,  con un vestido color champan de satén, bailando con un suave ritmo, parece que vuelo, toda etérea yo, con el pelo lisito, recogido al lado con una única pinza, doy vueltas y no me mareo, estoy como flotando, un caballero me lleva al compás de una mágica melodía, al más puro estilo Fred Astaire y  Ginger Rogers, huele bien, ¡¡¡ va peinado y afeitado!!!!
No me lo creo: dice cosas coherentes, ¡¡¡y me lo dice a mí!!!


Ahora viene un momento ensoñaciónperfectasoymásfelízqueunaperdíz.










¡Ains…no…no puede ser!, veo la imagen mejor, ¡vaya!, ¡por la Virgen de la capa de leopardo!, el caballero resulta que tiene un ojo a la virulé,  va vestido como de Geyperman y lleva tupé.

Me enredo con la vaporosa falda, tengo media melena en la cara y la otra media encrespá.

Mi  vestido es muy bonito, si, pero se me caen las tirantas y se me abre de la espalda, me arrastra, porque es medida estándar y mido metro y medio.
Y con tanto movimiento se me ha desencajado una cadera y tengo la tibia dislocá, y las cervicales, machacás, ya sabía yo que tanto echarse pa´trás, no era bueno.





Puede  que, creyéramos que estábamos bailando al ritmo de la Big Band, pero en realidad íbamos absoluta y ridículamente descompasaos.



Momento, nohabladmequemecagoentó.










¡Vaya por dios!, ni en sueños soy una de esas chicas monas que  todo le sale bien y con gracia.
Me temo que, aunque hubiera vivido en ese tiempo, hubiera sido el desastre que soy.
Me voy a conformar con la música, temazo de la época,  porque soñar es gratis, (de momento) y si aparece el caballero limpito y guapo, fijo que le espeto alguna barbaridad.










Comentarios

  1. Es verdad, ya no nos vestimos, ahora vamos de uniforme, parecemos robots, escuchamos la misma música y nos peinamos igual, incluso comemos lo mismo, dentro de poco las ovejas contaran humanos para dormirse. Saltos y brincos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Comentando que no criticando.

Entradas populares