Y de repente...

 Buscamos la felicidad, pero sin saber      dónde, como los borrachos buscan su      casa,sabiendo que tienen una.
           Voltaire








De repente un día, la calma llega a tu vida.
Dejas de preocuparte por lo que piensen los demás.
No te hacen daño las palabras, ni lo gestos, ni los hechos, sólo duelen los que vienen de las personas que te quieren, pero comprendes que siempre es por tu bien.
De repente te das cuenta de que todo lo vivido y lo sufrido tenían como objetivo, llevarte al momento en el que estás.
Un día te levantas y te das cuenta de que,  pasados lo momentos en los que creíste morir, sigues estando vivo, que ya no necesitas recordarte a ti mismo que la vida sigue con o sin ti, porque prefieres estar y no perderte nada.
Te das cuenta de que no necesitas criticar el comportamiento de los demás, porque es absurdo, y porque cada uno vive como le da la gana.
Has hecho y haces cada día,  lo que puedes con tu vida, y nadie puede decir nada, porque nadie está en tu piel y nadie sabe lo que sientes y cómo lo sientes. Porque casi nunca hay palabras que describan las dimensiones de un beso, de una  mirada o de un gesto.
Haces las paces contigo mismo y dejas de reprocharte nada.
La vida es una y vivir condicionado por lo que no depende de ti, es una putada, pero hacerlo por lo que sí puedes controlar,  es una soberana estupidez.
Ya no te dejas engañar y decides mirar por ti, y aunque sigas dando lo mejor a los demás, te das cuenta de que si no te cuidas, si no te quedas con algo para tu persona (que diría mi Panto), muy poca gente va hacerlo por ti.
Y de repente,  un día descubres que eres feliz, y ni siquiera lo sabías.
Y para celebrar la inmensa dicha de la calma, ¿qué mejor que Deva y Mitten? (¿se me nota que me chiflan?)
¡Feliz lunes!













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